El control de esfínteres es el proceso de aprendizaje de los hábitos relacionados con la micción y la defecación. En general, en torno a los 2-3 años los niños y niñas aprenden a controlar los esfínteres por el día, y a los 3-4 años controlan su musculatura también por la noche.

En ocasiones, a algunas personas con TEA puede resultarles complicado adquirir las habilidades necesarias para ir al baño de manera independiente, debido a la rigidez cognitiva, dificultades en la comunicación, hipersensibilización, etc.

Con ello, pueden aparecer una serie de dificultades relacionadas con el control de esfínteres, como pueden ser:

Miedo a ir al baño: es posible que les preocupen las salpicaduras de agua o que no quieran limpiarse con papel por temor a ensuciarse más. Si las personas con TEA no se sienten cómodas al ir al servicio, puede que intenten evitarlo durante largos períodos de tiempo, lo que puede derivar en estreñimiento, dolor de vientre o la aparición de pequeñas heridas al forzar.

Dificultades en la generalización de tareas aprendidas: el baño de casa puede ser el primer lugar donde se comience a practicar el aprendizaje con los apoyos adecuados, ya que es un lugar controlado, conocido y seguro. Cuando el hábito esté adquirido, se puede comenzar a generalizar el uso de diferentes baños. El siguiente puede ser un lugar similar a casa, por ejemplo, la casa de un familiar. Posteriormente, se puede pasar a trabajarlo en los baños del colegio. Y finalmente, en baños públicos, ya que éstos pueden tener iluminaciones y/o ruidos fuertes, entre otros factores.

Sólo quiere utilizar pañal: nos apoyaremos en un profesional para el planteamiento de objetivos. En este caso, siempre que sea posible, el objetivo será la retirada del pañal. En ocasiones, se suele trabajar la retirada comenzando a soltar el pañal poco a poco para que se note menos cómo se ajusta a la tripa, o ir trabajando la sensación de “caída” del pis o las heces.

Juega con las heces: es importante descubrir el motivo por el que lo hace, por ejemplo, puede ser que le llame la atención la textura. En este ejemplo, le dirigiríamos la mano para que se limpiase cuando acabase y posteriormente podríamos jugar con materiales como plastilina, pintura de dedos, arcilla, etc.

Sale del baño sin limpiarse o con los pantalones bajados: los apoyos visuales enseñarán la secuencia que ha de ser aprendida y, con ello, crearemos una rutina.

 

A continuación, mostramos algunas estrategias que pueden ayudar al control de esfínteres. No obstante, recordamos que las orientaciones siempre deben adaptarse a las características de cada persona con TEA.

 

• Intentar identificar aquellos patrones o señales que nos sugiera que la persona con TEA tiene ganas de orinar o defecar.

Utilizar material visual como pictogramas, señas o gestos para poder comunicar las necesidades.

Crear rutinas y horarios.

• Mantener una actitud calmada y tranquila. No castigar ni forzar si observamos miedo o ansiedad.

• Utilizar ropa sencilla fácil de poner y quitar.

• Proporcionar refuerzos o recompensas.

El entrenamiento del control de esfínteres puede suponer un desafío tanto para la persona con TEA como para sus familiares. Por ello, es importante apoyarse en los profesionales, estar tranquilos recordando que cada persona requiere unos tiempos de aprendizaje, averiguar las posibles causas y mostrar apoyo.

Compartimos un enlace a la web de ARASAAC donde hay material para descarga

 


Sara Linuesa Ureña. Psicóloga. Técnica del Servicio de Información y Asesoramiento de Autismo Madrid.

 

 

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