Mi hijo se llama Pablo tiene un problema genético asociado a un TEA, con todo lo que ello conlleva, nos hemos volcado en él como la mayoría de padres, con tratamientos y terapias de todo tipo.

Al poco tiempo de cumplir los 12 años, llegó un nuevo miembro a la familia llamado Raúl, su llegada hizo cambiar la expresión de Pablo, el quería un hermanito pero se pensaba que iba a nacer ya mayor y grande para poder jugar con él, aún recuerdo su cara cuando fue a verlo al Hospital, el pobre se quedó helado, no sabía si llorar o reír, nunca lo había visto con esa expresión.

A los dos meses del nacimiento, nos llamaron del colegio muy muy asustadas diciendo que no entendían lo que Pablo hablaba que se le había trabado la lengua y parecía que se la iba a tragar, su padre le llevó inmediatamente al Hospital donde le hicieron pruebas in situ y nos remitieron a otras posteriores, así empezó un nuevo calvario para nosotros.

El verano fue mortal, no podía beber, ni tragar, ni comer, tenía la boca abierta desde que se levantaba hasta que se acostaba, sin poderla cerrar, el pobre sacaba la cuchara del yogurt entera igual como se la había metido en la boca, no se daba cuenta de que no la había vaciado, no sabíamos como darle la comida, ni la bebida, un caos, y un sufrimiento atroz.

Una amiga nos habló de un tratamiento que estaban haciendo a 100 Km de casa (Yecla), se llamaba Padovan y era una terapia muy eficaz de logopedia con ejercicios neurológicos.

Mi marido me dijo que estaba loca porque tenía un bebé y la distancia era demasiado larga ni siquiera para intentarlo, pero yo estaba decidida, total mi hijo lo estaba pasando muy mal, peor de lo que yo lo iba a pasar en la carretera.

Así que pedí cita y nos fuimos allí, nos acompañó mi cuñado que es fisioterapeuta para estar presente en la evaluación de Pablo y acompañar a mi marido, pues yo me tenía que quedar fuera con el bebé.

Sonia la Directora nos dijo que había visto niños peores que Pablo y que estaba segura de que nos podía ayudar, la puerta de la esperanza se abrió en mí, estaba feliz y dichosa. La mala noticia era que debíamos ir dos veces por semana.

Primero hicimos una reeducación auditiva, que nos recomendó Sonia, que ya conocía pues Pablo hizo una cuando era pequeño en Madrid y que le vino estupendamente bien para no estar todo el día gritando y chillando.

Nos pusimos manos a la obra, pedimos permiso en el colegio para llevar a Pablo a Yecla los martes por la mañana y los viernes por la tarde, así solo perdía una mañana de colegio.

Mis padres se prestaron a colaborar, durante meses nos llevó a Pablo y a mí mi padre en su coche, el pobre tenía que venir de su casa que está a unos 70Km de la mía y además hacer los Km hasta Yecla, pero sabía que su nieto lo necesitaba pues nunca lo habíamos visto tan mal, no entendíamos nada de lo que decía, era horrible, teníamos que disimular o decir que nos llevara de la mano y nos dijera que quería, en el colegio perdió mucho, bajo mucho su nivel, no podía ni siquiera coger el lápiz y apenas podía articular palabra.

En los tres primeros meses de tratamiento ya empezamos a notar avances, estaba muy sorprendida y muy contenta, el tratamiento estaba funcionando, era la persona más feliz del mundo.

Ya empezaba a cerrar la boca, ya notaba la cuchara dentro de ella y ya la podía vaciar, aun faltaba mucho pero íbamos por buen camino.
¿Merecía la pena el viaje?, ya lo creo que sí, el viaje, el dinero, todo, todo, los avances eran espectaculares.
Esa terapia la fuimos completando con terapia visual allí mismo e hizo que se sintiera mejor y más feliz, pues conseguimos bajarle la graduación y que viera mejor.

Mientras seguíamos con Logopedia en la Asociación.
Hoy día, dos años después Pablo puede comer casi de todo, ya no se ahoga como antes, no mastica como nosotros pero se nota que disfruta con la comida, es capaz de preguntar que va a comer hoy y preguntar que va a cenar cuando tiene hambre.

Ya mantiene su boca cerrada y su pronunciación cada vez es más correcta, estoy realmente emocionada y doy las gracias a la Clinica Clern por existir, a Sonia por ser una persona tan maravillosa y haber conseguido que Pablo vuelva a ser como era antes e incluso a mejorarlo.

Seguimos con Padovan dos veces por semana…hasta que esté totalmente recuperado y pueda llegar a ser como “nosotros”, al menos en la masticación.

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