Nunca pensé que este fuera el comienzo de utilizar las palabras como forma de comunicarnos, pero la bici azul lo ha sido. Han pasado más de seis meses de ese día memorable en que la bici fue depositada por los Reyes Magos en casa de mi madre, y casi todos los parques de Salamanca ya nos conocen, a mi niño, a mi perra, a mí y a nuestra bici azul.

Él elige parque: “paque chuítas” (parque de los Jesuitas), “chichibaba” (parque dela Chinchibarra), “güilbur” (parque de Wuzburg), “gadido” (parque de Garrido)… y allá vamos, a hacer el recorrido.

Las dos o tres primeras veces que vamos a un parque con la bici, él conduce y yo corro al lado… “por aquí, por aquí…” y voy marcándole el recorrido para que no se me salga de la zona donde quiero que monte, donde no tiene peligro. Una vez que ya hemos dado seis o siete vueltas, él ya va solo sin salirse, y yo ruego a Dios para que nadie se cruce en su camino… aunque ahora ya, ha aprendido a frenar. Conoce y recorre sin salirse ni un ápice los caminos que el primer día marcamos, aunque haga meses que no hayamos ido a ese parque. ¡Tiene una memoria prodigiosa para los itinerarios!

Tener bici y salir a montar nos ha servido para lograr varios objetivos. El primero es conseguir que él se vea como un niño más, ya que en los parques es muy habitual ver niños y bicis… En segundo lugar él se ha dado cuenta que se puede elegir, y que la palabra se puede usar para que los demás comprendan dónde quiere ir… En tercer lugar ir a montar en bici es un aliciente para salir a la calle, ver niños, fijarse en cómo montan… ir a tocar las bicis de los otros… aprender lo que son los banderines, los ruedines, los faros, los frenos, los manillares… hablar, comparar e imitar comportamientos normales

Ya hemos hecho un par de intentos de montar sin ruedines… él conduce y yo voy detrás sujetando el sillín… pero para mí es un poco cansado, y para él muy sorprendente el comprobar que la bici, si se suelta, se cae… aunque le he enseñado a sacar la “pata”, (porque la bici tiene también una “pata” azul, que no habíamos usado hasta ahora), y la pata le encanta…. Es capaz de sacarla y meterla  veinte veces, y las veinte muestra el mismo regocijo…

Mis hijos mayores ya han pretendido subir el sillín y el manillar para que no tenga que hacer tanta fuerza al pedalear… pero yo les he quitado las intenciones, porque como se coja la directa… no lo pillo en un parque grande ni aunque me prepare para el maratón del próximo San Silvestre!!!

 

Carmen Díaz. Salamanca, 17 de Julio de 2012

 

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