Sé que esto es muy difícil, pero imaginaros por un momento que me puedo comunicar con vosotros y expresar lo que siento.

Sí, tengo autismo, yo os veo, os conozco, quiero tocaros, jugar con vosotros, pero estoy metido en mi caja de cristal, ¡quiero salir y no puedo!, vosotros sí me tocáis, como si el cristal fuera agua, yo lo intento una y otra vez y no puedo. “¡Ven!”, me decís repetidamente, yo escucho, pero cuando intento hablaros, mi forma atropellada de hacerlo, la tensión de mis músculos, sé que no os gusta, no sé qué pasa, pero cuando mi madre se acerca se abre un lateral de mi caja y ella, con toda su paciencia y sensibilidad, me explica las cosas con tanta sencillez…¡qué la entiendo!, ¿por qué no será siempre así?.

Si me dicen: “se pasa las horas muertas jugando solo”…¿es que las horas se mueren?. Tal vez es que yo sea muy básico o muy complicado, etiquetadme vosotros, los que estáis fuera de las cajas.

La constancia de mis padres y su inmenso amor explicándome las cosas, va haciendo que el lateral de mi caja se abra cada vez con más frecuencia. Sus estímulos, el esfuerzo de cuantos me rodean, hacen que avance en mis relaciones sociales. Ya miro a los ojos, voy teniendo cada vez más actividades y buenas experiencias, salgo de mi caja, (aunque siempre la llevo en mi mochila), monto a caballo un día a la semana, es mi amigo, es paciente y noble, aguanta mi inexperiencia y brusquedad, me gusta su contacto. También está Bruma, mi perro, antes me molestaba cuando me desmoronaba mis juguetes, ahora me gusta mucho su contacto, jugamos, si no está le echo de menos, también es mi amigo. El cristal de mi caja se ha diluido, ¡ahora es agua!, ¡pero sigue conmigo!, siempre la llevo en una botella en mi mochila, pero soy autónomo, comparto juegos, deportes (pocos), una de mis grandes aficiones: la música. Tengo muchas actividades, pero también necesito más descanso que mi hermano, ¡es el peso de mi mochila!. Mi hermano, voy a hablaros de él. Nació cuando yo tenía cuatro años. Al principio le miraba como si fuera un peluche más. Me dijeron bésale, a mí no me gustaba besar, volví la cabeza. Pero vi que el peluche se movía, gritaba, llamó mi atención, le toqué, no supe hacerlo, lloró, mi madre con delicadeza le puso en mis brazos. “mira, se hace así, será tu compañero de juegos, tu amigo, os vais a querer mucho”. Para mí los cambios son una pesadilla y éste lo era, por un momento deseé que el agua de mi mochila fuera otra vez caja y meterme en ella.

Pero a medida que pasaban los meses, sus balbuceos primero, luego sus palabras, sus risas, nuestros juegos, más tarde hasta peleas, eran un acicate para mí, un estímulo tan grande, que gracias a él, estoy aprendiendo muchas cosas, él me las hace más inteligibles.

Todos los que me rodean dicen que es muy precoz, yo sólo sé que nos queremos mucho, siempre estamos juntos, con amigos, con primos o solos, nuestros juegos son compartidos, aunque luego él tiene otras actividades, puedo deciros que de todas (y son muchas) ésta es la mejor experiencia y sensación de mi vida. Creo que él siempre estará conmigo para consolarme por el peso de mi mochila a cuestas, él no lo puede llevar por mí, pero está a mi lado, y eso es mucho.

Gracias hermano, a todos…

¡Os quiero!

Son mis nietos mi tesoro

los que a mí, penas me quitan.

Son dos rayitos de sol

que mi vida tonifican.

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