JUGANDO EN SEPTIEMBRE

Autora: Carmen Díaz Sánchez

            Huele la tierra puesto en cuclillas. La escoge, dejando escapar entre los dedos un puñado que va a parar a la otra mano. Concentración absoluta.

            Aire en las ramas; pájaros piando revolotean de árbol en árbol; voces de catorce cabecitas morenas, de pelo brillante, cuerpos recios y bajitos… algunos muy pequeños, que se suben a los toboganes altísimos sin una pizca de miedo.

            Murmullos de los mayores, instruyendo a los más chicos de cómo deben hacer para subir, saltar, llegar al final de las telas de araña, soltarse… Kévin, Áurea, Bryan, Daniel, Darío, Noelia… algunos parecen hombres chiquitos…

            Él sigue en su montón de arena, ahora observando algunas chinas que se le han colado por los agujeros de las sandalias.

               A lo lejos se oye jugar al fútbol… música latina… poco a poco la alfombra de césped se va cubriendo de familias sudamericanas… algunos vienen con merienda y se sientan en grupo, a celebrar esta tranquilidad de sábado por la tarde, de cielo un poco enmarañado y aire de tormenta

    Suenan los botes de un balón… se han ido los niños, que ahora juegan en otra rotonda más allá.

            Mi peque sigue con su montón… inmóvil…

            Se oyen risas a lo lejos, y el grupo de niños ahora juega a tirarse piedras… diciendo palabrotas

Viene a mí, con sus peculiares pasos, a enseñarme un palo que ha encontrado cerca, y ahora se entretiene en alisar la tierra de otro montón.

 Las hojas se mecen de vez en cuando, como el que no quiere la cosa, y algunas suenan enfadadas, como si les molestara dejar pasar el aire que las atraviesa a oleadas rabiosas.

Es el final del verano. Mi niño crece.

 

 

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