¿Cómo te conocí? En la Asociación a la que llevo a mi hija por un trastorno distinto pero igual de ruin que tú.
¿Qué sabía de ti? Lo que había visto en la película RAIMAN (qué ignorante era)
¿Qué se ahora? Que eres una sombra cobarde y mezquina que te aprovechas de la indefensión de nuestros bebés y en una de sus risas te cuelas en su cuerpecito para llevarlos contigo y ambiarles su alegría por tu tristeza, su amor, por tu falta de él, sus risas por tu sombría mueca…
Pero te voy a decir, ni sueñes que nos vamos a quedar quietos y no los vamos a rescatar, nooo, nunca, jamás, te lo prometo.
Porque aunque suene incongruente te doy las gracias, cosa que no esperas ¿verdad?, pues sí, porque a través de ti he conocido a las mejores personas del mundo, los padres mas luchadores, los familiares mas entregados, los profesionales excelentes y mas capacitados y, por último y por orden de aparición en mi vida:
Israel, 9 años, adorable, tierno, sensible, juguetón, feliz…
Paula, 8 años, alegre, cantarina, imparable, incansable, feliz…
Erik, 5 años, pícaro, precioso, encantador, embaucador, feliz…
Gabriel, 5 años, trasto, gamberrete, investigador, feliz…
Omar, 5 años, glotón, risueño, travieso, feliz…
Daniela, 3 años, dicharachera, impaciente, pizpireta, feliz…
Juan Carlos, casi 3 años, tímido, risueño, juguetón, feliz…
Álvaro, 4 años, besucón, lindo, vivaracho, cotorro, feliz…
Y alguno más que se me quedará en el pensamiento, pero todos y habrás visto que todos tienen en común algo importantísimo “FELIZ” ¿Te queda claro?
Cuando alguien dice “son autistas”, me enfado muchísimo. No lo son, TIENEN AUTISMO. o “No les gusta jugar”. No es cierto, tienen sus juegos preferidos. O también “que no quieren el contacto físico” Pues depende del niño, como todos, unos mas cariñosos y otros menos.
Deberían ver a Israel cuando me abraza y me besa, a Paula cuando busca a mi hija, a Daniela cuando choca la mano o, ayer ismo, cuando por circunstancias de madres ocupadas, estaba sentada en el sillón con Álvaro en brazos, y él jugaba entrelazando su manita con la mía, y yo le hacía roces con mis uñas, suavito, a él le daban escalofríos, apartaba su mano un momento pero al segundo volvía a entrelazar….
Esto no lo vas a poder cambiar y seguiremos haciendo una fuerza unida para que cada vez tengas menos rendijas por donde entrar. Estamos en alerta constante y con nuestro amor, trabajo e implicación intentaremos tenerte en lo mas apartado de nuestra vida hasta hacerte lo mas insignificante que podamos.