La Federación Autismo Madrid tuvo el placer de participar en una encuesta sobre accesibilidad en los museos, elaborada por Álvaro Juanas Fominaya, Estudiante del Máster en Museos: Educación y Comunicación, de la Universidad de Zaragoza y que el pasado mes de septiembre publicó un post en la Web de la Facultad de Ciencias Humanas y la Educación de la citada Universidad, bajo el título ‘¿Museos accesibles? Una visión desde fuera’.
Fuente: Mastermuseos.es
En el siglo XXI, nuestros museos avanzan cada día más en su lucha por una accesibilidad universal y por hacer de estos espacios un lugar de encuentro de todos y para todos. Para ello, las pautas que se han ido siguiendo son las siguientes: eliminar barreras arquitectónicas, ajustar las alturas de las piezas expuestas, utilizar signo guías, pictogramas etc. No obstante, muchas veces, hacemos estos avances olvidándonos de una cosa: ¿hemos preguntado a los distintos colectivos con dificultades en la accesibilidad acerca de su experiencia en el museo?
Con motivo del II Congreso Internacional de Accesibilidad y Educación en Museos y Patrimonio “En y con todos los sentidos”, me propuse preguntar a particulares y asociaciones con diversidad de necesidades acerca de sus experiencias, valorando la problemática surgida en las visitas (mis principales campos de investigación fueron de tipo físico y mental). Así pues, contacté con varias asociaciones y particulares, y tuve la suerte de que 5 de ellos aceptaron mi invitación a participar.
Las preguntas fueron:
- ¿Qué es vuestra asociación? ¿Quiénes la integran?
- ¿Hacéis visitas culturales como visitas a museos?
- ¿Qué problemáticas habéis encontrado en esas visitas?
- ¿Qué os gustaría sugerir a los museos?
- ¿Cómo definirías tu relación con respecto a la accesibilidad?
En cuanto a la accesibilidad física, el principal problema son las barreras en edificios históricos o de construcción antigua, así como una “falta total de accesibilidad a los monumentos”, tanto para entrar en ellos como para utilizar los servicios. Además, algunos de los espacios expositivos no están adaptados, lo que impide que aquellos con problemas de movilidad puedan visitarlos cómodamente a pesar de haber pagado la totalidad de la entrada. Por otro lado, también la museografía (en lo que a distribución se refiere) es un serio problema ya que, como dice el Educador Social y Animador Sociocultural Jesús Fernández, existen “pasillos en los que hay expositores u obras a ambos lados, lo que dificulta girar por completo la silla”, y esto supone que, en muchos casos, inconscientemente, impedimos el paso o acercamiento a personas en sillas de ruedas.
El blog silleros viajeros, formado por más de 20 colaboradores con movilidad reducida o distintas capacidades, está dedicado a la promoción del turismo accesible y, en él, distintas personas cuentan su experiencia en primera persona, buscando animar a otras personasen su misma situación a viajar y a disfrutar de la vida y del mundo.
Los que respondieron a la encuesta me sugirieron conseguir que todos los museos sean accesibles haciendo, por ejemplo, algo tan elemental como que los baños estén adaptados para, así, disfrutar todos los recursos del museo en su completa totalidad. Además, recalcaron la importancia de otros sentidos como el tacto para hacer más completa la visita.
Jesús Fernández concretó un poco más, pidiendo “facilitar la movilidad en todos los espacios del museo” incidiendo, por ello, “en pasillos estrechos, colocar obras y expositores a un solo lado”. En aspectos relativos a la museografía recomienda, por otra parte, “colocar no solo baldas transparentes, sino que la altura de la primera sea visible sentado, y que las cartelas con la explicación de la pieza, esté siempre en vertical y visible.
En otro orden, el siguiente colectivo al que me acerqué con estas encuestas es el de las necesidades especiales en el ámbito intelectual. Para ello, tuve la suerte de poder contar con ADISGUA, con la Federación Autismo Madrid, una unión de distintas entidades relacionadas con el Trastorno del Espectro del Autismo o TEA y Sinteno, una asociación que realiza y diseña actividades de ocio inclusivo, además de conferencias y jornadas relacionadas con este tema.
En estos casos, vi que el principal problema de acceso de estos colectivos no se centra tanto en el continente, sino en contenido de los museos. En ADISGUA (Asociación de Personas con Discapacidad del Guadarrama) me comentaron que no prevalecen entre sus actividades las visitas a museos, y concretan que es debido a que “las visitas se han realizado siempre en fin de semana. Y la dificultad encontrada ha sido principalmente que el guía o grupo adaptado no ha estado a la altura, en cuanto a la sencillez y adaptación del lenguaje a las características de las personas con discapacidad intelectual. Esto no suele ocurrir entre semana ya que hay adaptaciones para colegios y demás”.
Por otro lado, la Federación de Autismo de Madrid cree que los principales problemas que encuentran a la hora de ir a los museos son:
- Los espacios no están señalizados con pictogramas, una de las herramientas fundamentales para apoyar la comunicación, tanto expresiva como comprensiva, de las personas con autismo.
- El precio. Las personas con autismo, para alcanzar la máxima autonomía y disminuir su dependencia familiar, necesitan, en numerosas ocasiones, una persona de apoyo que les acompañe, con lo cual el precio de acceso a este tipo de salidas se duplica.
Sinteno comenta que el principal problema se encuentra en los museos de menor tamaño, donde parece que los temas de inclusión y accesibilidad están más asentados.
Al igual que ADISGUA, Sinteno tiene el problema de “transmitir el valor de los museos como elementos para el ocio a los grupos de asociaciones asistenciales de discapacitados.”
En cuanto a las sugerencias que dieron las asociaciones, destacaron que debería haber una mayor especialización del guía en características de discapacidad intelectual, teniendo disponibilidad también para fines de semana, ya que una forma buena de generar inclusión es que se pueda visitar en tiempo de ocio, y no solo concertando entre semana. Asimismo, buscan una adaptación del guión a un lenguaje sencillo que permita la comprensión de los conceptos a estas características intelectuales.
Por otro lado, la Federación de Autismo Madrid sostiene que los museos deberían buscar información al respecto, hablando directamente con ellos o con asociaciones para que se conozcan las necesidades y propuestas. Con ello, se pretende valorar de forma conjunta las posibles actuaciones a llevar a cabo, para mejorar esta situación y la calidad de vida de las personas con TEA.
Sinteno añade que “una persona con discapacidad es un usuario como otro cualquiera de los espacios culturales y que deben esforzarse en construir una relación real con la sociedad y no sólo una relación para salir en las memorias anuales”
Además creen que no es solo cuestión de los museos, si no que debería llegar este mensaje al Ministerio de Cultura y las distintas Consejerías Autonómicas.
Por último, en cuanto a cómo se definían con respecto a la accesibilidad, mayoritariamente nos hablan de optimismo, lo que significa que, en la Federación de Autismo Madrid, sus miembros se consideran luchadores incansables. Por su parte, los Silleros viajeros y Sinteno comentan que ellos se sienten “usuarios principales, pero no únicos, ya que la accesibilidad nos beneficia a todos, tanto a personas con discapacidad como a personas sin discapacidad (madres con niños, personas mayores, al propio personal de los museos para el traslado de piezas, etc…)”, que un proyecto accesible es aquel que se puede disfrutar tanto por personas con discapacidades como público general.mJesús Fernández nos dice que para él la accesibilidad es un “proceso de adaptación, como al resto de circunstancias en la vida”.
A modo de conclusión puedo decir que, tras hacer estas encuestas, he podido comprender un poco más la problemática de los colectivos consultados con respecto a su experiencia en los museos.
Lo primero que veo es que se trata de personas con inquietudes y ganas de ir a museos, de disfrutar con normalidad de la experiencia en ellos y que, muchas veces, el impedimento está dentro de las pinacotecas; bien por las barreras arquitectónicas, bien por la falta de recursos para facilitar el acceso al contenido de la información.
Estoy de acuerdo con ADISGUA en que si buscamos una buena inclusión social deberíamos tener personal especializado en necesidades especiales también para los fines de semana, ya que el interés que tienen este tipo de asociaciones es buscar un ocio accesible para sus miembros y, si tenemos que concertar la cita entre semana, estamos poniéndonos una barrera a la inclusión; no obstante, debido al problema de personal que suelen tener los museos, creo que la solución es un punto intermedio, es decir, una visita programada en un fin de semana.
Me ha alegrado ver cómo en las propuestas de mejora se aprecia un interés importante en la colaboración entre museos y asociaciones, un aspecto, a mi juicio, fundamental para una óptima utilización de los fondos y recursos de los que disponen los distintos museos o centros de arte. Muchas veces, algo tan sencillo y barato como puede ser un pictograma puede facilitar mucho las visitas a las familias con TEA, y una buena disposición de los muebles y las cartelas permite que la inversión en rampas de acceso o en la eliminación barreras arquitectónicas no sea en balde.
Con el tan conflictivo tema de las entradas, bien es cierto que generalmente hay descuentos para discapacidad, pero aún nos recuerdan que los acompañantes, que en ocasiones son alguien fundamental para la autonomía de estas personas, tienen un precio normal. Además, si el museo que tenemos no está íntegramente adaptado para una silla de ruedas, es injusto que tengan que pagar la entrada íntegra. Es como si pagamos un menú completo y sólo podemos acceder al primer plato o al postre. Estas cuestiones, en definitiva, debemos revisarlas y ponerlas en práctica cuanto antes para hacer de la visita a nuestros museos una experiencia buena, agradable e inolvidable.
Para ara concluir, quiero mostrar mi agradecimiento a Jesús Fernández, con quien he podido trabajar y al que conozco desde hace muchos años, a Silleros viajeros, cuya labor en la promoción del turismo accesible me parece muy buena, a la Federación Autismo Madrid, que me han facilitado más contactos para colaborar con la inclusión de las personas con TEA a Sinteno, cuyo proyecto para la inclusión cultural me ha parecido muy interesante y del que espero pronto poder acercarme a conocer y, por último a ADISGUA, una asociación con la que siempre que puedo cuento para mis proyectos. Espero que este texto aporte una ayuda a todos, tanto asociaciones como museos para reflexionar y avanzar en el camino de la deseada accesibilidad universal que se discutió en mayo en el Congreso oscense.