Compartimos con vosotros este fin de semana esta entrevista a González-Martín, autora de varios libros y mamá de un joven con autismo.
Ahora presenta ‘La transparencia de las nubes’, en el mismo sello; en ella cuenta la historia de cuatro compañeros de facultad (Carmen, Marta, Sara y Miguel) que recuerdan, el día de su graduación, qué motivó en cada uno de ellos sus estudios de Medicina. El autismo, la acondroplasia, la lesión medular y la ceguera van hilvanando un tapiz en el que valores como la integración, la igualdad o la amistad quedan en relieve.
¿Qué reportan los cuentos a la infancia en general y a los niños con discapacidad en particular?
El desconocimiento produce miedo. Los niños canalizan el miedo con el rechazo o la burla. Contar la discapacidad como un cuento facilita la comprensión y les permite ver que los niños con discapacidad tienen las mismas inquietudes que ellos, los mismos sueños e idénticas ilusiones. He añadido una sección resumen de cada discapacidad tratada en los cuentos y de consulta de páginas web para fomentar también el interés de los padres.
Intento dar voz a los niños que, por tener una discapacidad, se ven apartados e infravalorados, mermada su autoestima. Contar lo que a ellos no les dan oportunidad, que son niños y desean y temen las mismas cosas. Que no quieren dar pena, sino que necesitan apoyos, extinción de barreras arquitectónicas, ciudades accesibles… ser personas como las demás.
Autismo, acondroplasia, lesión medular y ceguera. ¿Por qué estas cuatro discapacidades y no otras?
Quería reflejar los tres tipos de discapacidad: psíquica, física y sensorial. En el caso de la discapacidad física la representé en dos cuentos por dejar constancia de la gravedad de los accidentes de tráfico. Normalmente, nos informan del número de fallecidos en las carreteras, pero desconocemos la ingente cantidad de personas que resultan heridas de gravedad y pasan a engrosar la lista de personas con discapacidad. En el año 2013, el de menor siniestralidad, fallecieron 1.128 personas pero 5.206 resultaron heridas graves.
Tengo un familiar víctima de accidente de tráfico, Nuria, una magnífica mujer a quien he querido reflejar en los cuentos por su fortaleza y valentía. Desde hace diez años está en una silla de ruedas, reinventada. Una de las cosas que más me ha impactado en mi vida fue visitar el centro de parapléjicos de Toledo. Y también tengo una jovencísima amiga de casi once años, Paula, con acondroplasia. Es terrible ver la facilidad con la que se puede destruir la infancia, la edad de los sueños y la inocencia.
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