Es complicado. Intento que ella perciba mi calor. Mi felicidad cuando me tapa con la manta hasta las orejas para que no me tenga que levantar en mitad de la noche porque tengo frío. O cuando se sienta a mi lado y se dedica a jugar sola con mis juguetes mientras no para de hablar. De hablarme. Quisiera que se diera cuenta de lo importantes que son para mí las pequeñas cosas que hace. Cuando me lleva al parque pese a que sepa que no voy a relacionarme con el resto de niños ni con nada de lo que allí hay. Cuando me compra un helado de camino a casa y nos sentamos en un banquito a saborearlo. Me gustaría ser distinto, aunque teóricamente lo soy. No soy como los demás.
Muchas veces he pensado que me gustaría devolverle la sonrisa a mi madre, ésa que papá echa tanto de menos. Dicen que espera algo de mí y que por eso me observa sin descanso todos los días, para encontrar una mirada cómplice que le anime a seguir así. Que no le haga desfallecer y creer equivocadamente que lo está haciendo todo mal y que no es suficiente para ver, algún día, una mejoría en mí. Es complicado ser un niño como yo. Me hubiese gustado ser como el resto que ríen, gritan, lloran, y corren haciendo trastadas sin pararse tan siquiera a tomar aire. Por un instante me gustaría cambiar mi estado y poder levantar la mirada y decirte lo mucho que te quiero y valoro que estés a mi lado. Sé cómo empezaría. Haría algo tan simple como levantar la cabeza cuando pronuncies mi nombre, y mirarte directamente a esos ojos color miel que tanto amor me han brindado. Luego sonreiría por primera vez con la felicidad de ver cómo te sorprendes ante lo que ocurre. Doy por sentado que correrías a mi lado para abrazarmeasí que te envolvería tan fuerte con mis brazos que me quedaría con pocas fuerzas, las justas y necesarias para darte un beso en esas mejillas húmedas y saladas bañadas en lágrimas y pronunciar dos palabras: Mamá, gracias.
No me importa volver luego a mi estado inicial. A esa burbuja que me aísla de todo con tal de haberte dado lo que te mereces. Un momento de plena felicidad, alegría, amor, y sobre todo la constancia de que la persona especial aquí eres tú. Porque incondicionalmente estás a mi lado día a día ocultando tus miedos, tus inseguridades, tus tristezas y haciéndome creer que soy lo más importante del mundo. Al menos de tu mundo, que se ha reducido a mí. Mi deseo es que algún día dejes de observarme buscando un guiño y te des cuenta de que soy único y diferente por el mero hecho de tenerte a ti como madre.