Nunca había estado en contacto con ninguna persona con discapacidad y, todo llegó sin quererlo, pero que realmente me encaminó hacia un mundo al que realmente me he dado cuenta que quiero dedicar mi vida.
Todo empezó un día cuando conocí al “culpable” por el que entré en contacto con este tipo de niños. Fue separado de su familia por diversos motivos y traído a donde yo trabajaba. No se sabía con certeza lo que le pasaba. Se intuía, pero hasta saber el diagnostico pasó un tiempo. No comía, no se relacionaba, no te miraba… Empecé a investigar por mi cuenta: a leer libros, a buscar y recabar información en internet para entender y comprender algo. Seguida por mi intuición empecé a trabajar los que ahora sé que son métodos de trabajo con autista. Conseguí que este niño abrazara, besara, dijera hasta mi nombre y continuara diciendo otras palabras.
Y ya no lo pude parar. Necesitaba saber más, tener contacto con más personas así, intentar saber qué es lo que pasa por esas cabecitas con esos ojos que no me miran. A través de una amiga conocí un centro en Inglaterra de niños con autismo. No me lo pensé dos veces. Desde que tuve conocimiento del centro hasta que empecé a trabajar allí pasaron solo dos meses. Fue una etapa dura, el colegio es un centro de niños con autismo con conducta desafiante es decir, agresivos. Pero eso no cejó en mi empeño en seguir trabajando con este tipo de niños. Allí aprendí muchísimo mucha formación y experiencia. Pero demasiado duro para mí. Eso no debilitó mi pasión y ganas de seguir trabajando duro.
Ahora he encontrado mi trabajo ideal, con el que me siento feliz, llena y con el que disfruta cada día, cuando veo que ese niño que no te miraba ahora lo hace. Al que no podías tocar y ahora te coge la mano para que le hagas cosquillas. Con el que te ríes a carcajadas por esa conexión que habéis creado.
La última recompensa que he recibido fue hace unos días. Hace cuatro meses trabajé un solo día con un niño. Le dediqué ocho horas. Ahora él ha vuelto al centro, donde yo ya no trabajo, y preguntó por mí. Mis compañeros tienen que hacer un gran esfuerzo para poder trabajar con él. Solo pregunta por mí. Estas son las cosas que me dicen que estoy haciendo bien mi trabajo y por lo que debo luchar y seguir formándome día a día.
Siempre tengo en mente a ese primer niño por el que tomé mi primer contacto con los autistas, sigo encontrando algo en todos y cada uno de los niños con los que trabajo que me recuerda a él. Nunca le olvidaré. Y sé que ahora va a ser feliz allí donde está. Solo tengo palabras de agradecimiento para él, por entrar en mi vida y hacerme conocer este mundo, que ahora es el mío y lo seguirá siendo ara siempre.
GRACIAS