Hace algunos años que trabajo en una entidad formada por familias y grandes profesionales, a los que quiero y sigo admirando, como Carmen M. y su gran amiga Terere. Todos unidos, han luchado por crear, conservar y ampliar este bonito proyecto combinando paciencia, constancia, esfuerzo, cariño, ilusión y mucho trabajo, para mantener el bienestar y la felicidad de los chicos y chicas con autismo que componen esta gran familia. La sede tiene varios edificios, entre los que está el Centro de Día, cuya entrada es sencilla, flanqueada por dos enormes abetos a los lados y un gran macizo de floridas hortensias, según avanzas descubres un hall luminoso, con frondosas plantas que cuelgan del primer piso. Sus paredes están decoradas con bonitos lienzos realizados por personas con Autismo durante sesiones de musicoterapia y pintura, que proporcionan a la estancia esa calidez de hogar. En la parte derecha, se distingue la zona de administración, el departamento al que pertenezco, que dispone de un cristal con un hueco pequeño similar a la ventanilla de cualquier estación de tren o de autobús, donde transitan mis queridos “viajeros-as”, y cada día suceden pequeñas anécdotas que deseo conozcáis.
Sentada frente al ordenador veo llegar a Miguel, es delgado de aspecto serio, apasionado del mundo del ferrocarril, sobre todo si viaja con su familia escuchando las 4 Estaciones de Vivaldi. Como buen gestor llega con su agenda y escritos solicitando de nosotros fotocopias o material de oficina para su terapeuta. Entre sus obligaciones están: separar y preparar documentos para introducirlos en la trituradora, plastificar material como fotos y pictogramas, además de colocar el lavavajillas, y hacer la cama o poner la mesa en el hogar. Le saludo ¿Buenos días Miguel que quieres corazón?, cuando recibo por sorpresa su cálido abrazo, acompañado de su corto canturreo, que interrumpe para subir a la primera planta y continuar con sus labores diarias. Ese bonito momento compartido, me dejó intrigada y con ganas de conocer aquello que le había movido a expresarse así.
Algunas tardes nos visita Cristian, es muy alto y gran deportista al que le encanta nadar o correr con su padre además de bailar. Aprende mucho observando, es muy habilidoso con las manos cosiendo primorosamente en el Taller de Cuero o cocinando postres exquisitos con su madre. Entra con sus preciosos ojos verdes, nos sonríe al llegar y va directo hacia el despacho de nuestra gerente, mi jefita Mª Ángeles, saludando con cierta chulería y estilo como si fuera a solicitar un aumento de sueldo o presentar una reclamación. Después, pone sus ojos en una estantería y pide “chocolate”, que está camuflado entre archivadores en nuestro “rincón de los placeres”, sitio que conoce bien, pues Ahinara, la directora, en ocasiones le ha reforzado con un rico bombón a escondidas.
Cada día se acerca Virginia, con sus ojos alegres y chispeantes también apodada “la Princesa O”. Ella repone con su terapeuta el material necesario en algunos baños, o coloca pegatinas de precios en productos del taller de cuero. Entusiasta de las novedades, le encanta estar en la piscina, o en fiestas acompañadas de aperitivos con Coca Cola Light o cerveza sin alcohol. Es una incondicional de la serie “La Abeja Maya» y disfruta abrazando peluches, aunque su devoción es dar un paseo en la furgoneta con su padre escuchando la música de José Luis Perales. Ella se acerca sonriendo y dando palmadas, es muy cariñosa y selectiva con las personas, por lo que es un lujo que se acerque. Le pregunto: ¿Virgi qué bien, vienes a ayudarnos?, aunque realmente lo que busca es estar un ratito con su padre, Benito, que la viene a visitar todos los días, nuestro querido y dispuesto“secretario”que nos apoya atendiendo el telefonillo o firmando documentos. Me encanta ser testigo de este encuentro, ellos se buscan el uno al otro y sus ojos se iluminan, mirándose mutuamente con tanto cariño, que se funden en un sólo corazón.
Otra tarde hablaba por teléfono cuando se acercó Álvaro, es alto, moreno, de cara agradable y habla graciosa, su mente va más rápida que su palabra. Es un estupendo trabajador: entusiasta, inteligente, constante, consigue lo que se propone, colaborador con sus compañeros y amigos, que está encantado de ir a su sesión de “Empleo con Apoyo” en Carrefour o La Salle. Posee muchas habilidades para trabajar el cuero, igualmente organizando los pedidos y con las distintas tareas del hogar. Se orienta fenomenal, en su cabeza guarda el itinerario de nuestra ruta por Madrid, que ha servido de guía a algún conductor nuevo. Es un enamorado de los coches, el campo ó navegar en familia. Permanece de pie en la puerta y le pregunto ¿Qué tal estás guapo?¿Necesitas algo? y su respuesta entrecortada es “nada, sólo venía a saludarte”, me pareció tan tierno que le regalo una palmadita en el hombro acompañada de un enorme beso.
Alguna tarde viene tan guapo Luisete, es muy alto y de andares elegantes, que nos regala siempre su bonita y enorme sonrisa. Cose en el taller de cuero, se concentra para amasar o formar piezas de cerámica y coloca el lavavajillas del hogar. Le encanta bailar, animar con sus palmas cualquier evento o darse un chapuzón en la piscina, también es un apasionado de las hamburguesas, roscones y ensaimadas. Guardo un recuerdo de él especial, ya que estaba en mi primera entrevista de trabajo cuando asomó su carita a la puerta del despacho para decir “hola”, dándome la bienvenida. Compartimos una especie de juego, cuando le pregunto ¿quién es el chico más guapo del lugar? mientras él responde Luisete, seguidamente intentamos comprometerle Alicia y yo preguntándole a la vez ¿Luis verdad que soy la más guapa del centro? Y nos dice con picardía bien alto “pesadas”, cosa que nos hace mucha gracia. Educadamente, antes de marcharse del centro, se asoma a nuestra ventanilla, para dedicarme un “adiós Camme” agitando las manos, buscando que yo le mire a la cara y le responda con el mismo entusiasmo.
Otro día llega Montse sus visitas son más “dinámicas”, es una mimosa que disfruta escuchando música, jugando con la arena de la playa y con largos paseos acompañada de sus padres. Le encanta aprender signos para poder comunicarse, conocer aplicaciones de las tabletas o patinar. Tiene una personalidad “arrolladora”, su terapeuta la trae cogida de las manos, cuando al entrar da una patada a la papelera y se esparcen por el suelo plásticos, papeles rotos,… Seguidamente consigue liberar una mano, para golpear al cajetín de la ruta, y salen despedidos carpetas, documentos, incluido el móvil que intento coger en el aire sin éxito y veo aterrizar a mis pies. Acto seguido decide poner “orden” en mi mesa y arrastra el teléfono, bolígrafos, bandejas…. Me asombro al ver unos documentos originales arrugados entre los dedos de su mano, y grito” Montse” e intento quitárselos pero es muy rápida, y los suelta para enganchar mi escasa melena. Durante este episodio de “descontrol”, la terapeuta intenta contenerla, mientras permanezco quieta hasta que me suelta el pelo y logra sacarla del despacho. Después consigo serenarme y sonrío al escuchar algunas risas cercanas, mientras organizo y coloco cada cosa a su lugar.
Continúan las sorpresas cuando recibimos a Mónica una joven de mirada penetrante, que nos dedica una sonrisa mientras da los buenos días. Le gusta el teatro, la música de David Bisbal o Marta Sánchez y viajar, sobre todo en cruceros con su familia. Se siente orgullosa cuando es responsable de algún trabajo, disfruta con todas las tareas domésticas y sobre todo practicar judo. Viene acompañada de su terapeuta que permanece junto a la fotocopiadora, mientras ella silenciosamente se coloca a mi espalda, yo permanezco sentada concentrada en mi trabajo, cuando aprovecha el momento preciso para dar un enorme grito. Del tremendo susto, casi se me sale el corazón, doy un brinco y las ruedas de mi silla giran hacia atrás, por lo que me caigo y aparezco sentada en el suelo debajo de la mesa, y algo despeinada con el respaldo de la silla en mi cabeza. Seguidamente oigo a mi compañera del alma, Belén, preguntarme ¿Qué ha pasado? ¿Pero dónde estás? Y acto seguido contenemos una carcajada al ver la cara de satisfacción de Mónica que sonríe, ya que ha conseguido sus objetivos, darnos un gran susto y divertirse.
Quiero creer que formo parte de las vidas de mis queridos “viajeros-as” y me encantaría comprender, compartir y conocer mucho más su mundo interior y exterior, para mejorar mi relación con ellos, ya que en mi corazón siempre serán “LO MEJOR DEL DÍA”.
M. Carmen Guzmán
*En algunos casos, se han suprimido los apellidos y se han cambiado los nombres por motivos de privacidad.