Voy a escribir hoy algo sobre los voluntarios, monitores, educadores, técnicos y profesionales que en cualquier tramo de vida en que se encuentren nuestros hijos (Atención temprana, educación, Centro de Día, CEE o residencia) son las personas que hacen posible la mejora de la calidad de vida y la integración de nuestros chicos, así como una ayuda imprescindible para, en colaboración con la familia, desarrollar todas las posibilidades de los mismos y hacer mas fácil la convivencia en casa.
Tenemos entre nuestros concursantes algunos de estos profesionales que escriben sobre su experiencia personal. Y siempre, siempre, hablan en positivo de lo que reciben de los chicos, de la satisfacción que les produce ver los minúsculos adelantos que tras mucho tiempo de trabajo se consiguen.
Por supuesto que no conozco personalmente a la mayoría de ellos, pero a los pocos que he tratado y conocido tengo que reconocer que es maravillosa la entrega y el trabajo que desarrollan con todas las personas que tienen cualquier tipo de discapacidad, ya sean TEA, TGD, parálisis cerebral, físicos..etc.
Mi experiencia personal está repartida en dos aspectos diferentes totalmente: En los inicios de la primera asociación de ocio y tiempo libre para personas gravemente afectadas, ANTARES, y en la residencia donde se encuentra actualmente mi hija y que anteriormente asistía al Centro de día, CADP Mirasierra.
En el año 1996 fundamos la Asociación ANTARES. Contábamos con Sandra, Psicóloga, muy joven pero con mucha ilusión y que fue la Coordinadora de la asociación y la que puso en marcha el I Campamento Urbano de Verano realizado en el Colegio El Prado de Madrid. Conseguimos un equipo fantástico de monitores voluntarios, no había dinero para pagar a profesionales, aparte de que tampoco había muchos en aquellos años. Todos eran chicos jóvenes con poca experiencia pero con gran ilusión. Estuvimos dos meses, julio y agosto y se atendió en aquel año a cerca de 30 chicos y chicas con gran discapacidad en cada quincena. Desde luego, las instalaciones eran magníficas . Contábamos con una piscina que controlaba Alberto, nuestro profesor de natación junto con un amigo socorrista. Disfrutamos con unas instalaciones deportivas y un parque inmejorables.
Participaron chicos y chicas con graves problemas de conducta. Recuerdo a Rafa, con 16 años mas o menos, muy complicado, a Miguel Angel, que no podía parar quieto y que se mordía las manos. A Paula, encantadora, pero un poco enrevesada, a Monse, con buena capacidad pero con muchos pájaros en la cabeza, a Kiko que corría y corría y no paraba, a Nuria tranquila y obediente, a Marina, a Marta, a Vanesa….. y a los mayores que venían del CADP Mirasierra. Como disfrutaron todos gracias al trabajo de los monitores. Estoy segura que muchos de aquellos voluntarios, la mayoría estudiantes que sacrificaban sus vacaciones para entregarla a nuestros hijos, serán muchos de los profesionales que hoy trabajan en este campo. Pusimos nuestro granito de arena de lo que ahora es una cosa común el ocio y el tiempo libre. Sin la ilusión y el esfuerzo de aquellos primeros monitores no hubiera sido posible. Hay que ver hoy en día a todos estos chicos lo que han mejorado, como han ido poco a poco adaptándose a las normas impuestas por a sociedad.
El otro campo que conozco bien es el de los profesionales de Centro de Día y Residencia. Es increíble ver con qué cariño realizan su trabajo. La mayoría de los residentes en el CADP Mirasierra son personas mayores, con una discapacidad muy severa y variada , autismo, SD, Pcerebral, TGD, algunos ya no tienen padres, pero todo el equipo del personal que allí trabaja lleva una sonrisa en su cara y siempre palabras y gestos cariñosos que transmiten a los chicos. Es cierto que la mayoría de los residentes, por su edad, no han tenido los medios que actualmente existen para su desarrollo personal. En su época, no hace tantos años, no existían los pictogramas ni las pizarras electrónicas ni los iPad, pero a su manera intentan comunicarse esforzándose los profesionales en acercarles a las nuevas tecnologías, cosa muy muy difícil. Les transmiten alegría, paz y bienestar y eso es lo que estas personas necesitan.
Desde aquí quiero dar las gracias en nombre de todos, a todos los profesionales y voluntarios que se dedican a hacerles la vida mas agradable a nuestros hijos, que han conseguido que puedan hacer una vida lo mas normalizada posible. A todos los que nos han acompañado durante todos estos años y que esperamos sigan acompañándonos durante muchos mas. Y a los futuros profesionales ante el reto que tienen por delante. Sin vosotros ..No hubiéramos podido. Gracias.
(Este relato tampoco entra en el concurso. Como todo lo que escribo, siempre echando la vista atrás).
Teresa Cárdenas