Esta oscuro, entramos con cuidado a ver si el Nicolau se asusta – no le gusta la oscuridad – pero el entra primero, sigue por el pasillo y cuando ve enorme pantalla – para de repente, estamos en el cine!!
Nada complicado, no? Cuantos padres van con sus niños al cine y es una actividad que como mucho puede traer el problema de elegir que tipo de palomitas quiere el pequeño… o que en lugar de zumo quiere coca-cola. Después una charla sobre la película, cena, vuelta a casa, a dormir… sin sorpresas.
A nosotros durante este simple camino al cine nos puede ocurrir de todo: Nicolau no querrá salir de casa, no querrá poner zapatos, no querrá ponerse la ropa, no querrá ir por la derecha/izquierda, no querrá caminar, no querrá entrar al cine, esperar en la cola, bajar por la escalera, entrar en la sala, sentarse en la butaca..
Nicolau tiene 4 años y lleva peso de diagnostico trastorno autista en su pequeña espaldita… y parece que a el no le pesa demasiado.
Pero nosotros sabemos que el sabe.. vemos su frustración, vemos que el sabe que llevamos otros códigos de comunicación… que nos cuesta entenderse.
Siempre nos mira muy fijamente cuando intenta transmitirnos lo que quiere, como si tendríamos algún problema de comunicación – nosotros.
Me encanta este concepto suyo – y me encanta su fuerza que demuestra para llegar hasta nosotros.. Porque es el que camina hacia nosotros, que nos hechiza cada día… que dice: estoy aquí, apréndeme..
Mi hijo nos miraba, mi hijo no se perdió en el mundo diferente, estaba y esta aquí – es tan difícil explicar a otros que le pasa – ven un niño estupendo, tierno y cariñoso, un niño tan inteligente y sorprendente – un niño que no habla, no cuenta con palabras que le pasa.
Que las empezó a utilizar ahora… que ha tardado 3 años y medio en gritar: “mama, mama!!” .
Recuerdo uno de los momentos mas duros después de su diagnostico – cuando después de unos días o semanas de oír en un gabinete palabra “autismo” – el mensaje realmente me llegó al corazón, cuando realmente me di cuenta que no es un resfriado y de lo que tendrá que afrontar mi hijo durante toda su vida.
Volvíamos del cine, era de noche – y me impacto un sentimiento seco y duro: puede que Nicolau nunca ira al cine, nunca cogerá una chica de la mano, nunca ira con sus amigotes al cine, no hará bromas tontas con ellos antes de volver a casa y yo nunca le esperare hasta la madrugada preocupándome: donde se ha metido este niño?
Desde este momento ha pasado más de un año, y estamos saliendo del cine – felices, muy felices – estabas sentado durante más de 30 minutos tranquilo y disfrutando de la película.
Has aceptado la oscuridad, ruido, tanta gente tan cerca… un sitio desconocido, tantos estímulos y novedades que hace un año no te permitirían aguantar ni un minuto tranquilo.
Has conocido otra palabra, un nuevo concepto que todavía no estaba grabado en tu mente: “cine”.
Volvíamos por el mismo camino que hace un año pero esta vez contigo – llenos de vida.