Gracias porque asumisteis con valentía el reto que suponía criar y educar a vuestro hijo Antonio.
Gracias por el tiempo que dedicáis a su aprendizaje a costa de vuestro descanso y lo que es más difícil, sin restar cariño y dedicación a sus otros hermanos.
Gracias por hacernos partícipes a toda la familia, tanto de sus maravillosos avances, como de sus “rachas malas”, como vosotros las llamáis.
Gracias por las muchas veces que habéis soportado heroicamente, apretando puños y dientes, la incomprensión, la maldad y la intransigencia de alguna gente.
Gracias por haber confiado en el apoyo de mi brazo cuando, en ocasiones, el camino se ha tornado difícil
Y gracias a ti, Antonio, porque a través de tu mirada y de tu sonrisa, hemos empezado a ver el mundo de otra manera.
Tú has sacudido nuestras cómodas existencias y removido nuestras conciencias adormecidas, enseñándonos, a través de tu esfuerzo y de tu superación de cada día, a valorar y disfrutar lo que realmente merece la pena en esta vida.