Jason McElwain tiene 27 años. Vive en Rochester (Nueva York), y su ilusión y afición ha sido siempre el baloncesto. Aquí te contamos su historia y un vídeo de su tarde mágica en la cancha de baloncesto.
Fuente: Libertad Digital
El Instituto Greece Athena High School le brindó a Jason, un joven con autismo, una maravillosa oportunidad de integración. Su pasión es el baloncesto y durante tres años tuvo la ocasión de ser delegado del equipo de baloncesto durante 3 años. Ayudaba a los entrenadores y jugadores; preparaba toallas, bebidas, estadísticas,… siempre disponible para ayudar en los entrenamientos en los que sólo era un espectador colaborativo.
Pero llegó el día del último partido. Los jugadores pidieron al entrenador Johnson que Jason tuviera unos minutos. Que entrase los últimos cuatro. Dicho y hecho.
Número 52 en la espalda, cinta de pelo. Saltó a la pista y la ovación fue espectacular. Compañeros, rivales y aficionados le dedicaron unos merecidos aplausos. Últimos cuatro minutos… coge el balón lanza un triple pero ni siquiera roza el aro. No pasaba nada; su sueño se había cumplido. Nuevo balón en sus manos, se prepara para el triple y… ¡canasta! Su equipo salta de emoción. Gritos en la grada. Lágrimas de emoción. Jason estaba en las nubes. El partido seguía y volvió a coger un balón. Se jugó un triple y volvió a entrar. Y otro. Tres en menos de un minuto. Equipo y afición exultantes. Nadie se lo podía creer. 20 puntos en cuatro minutos.
Al día siguiente, nadie en los medios hablaba de otra cosa. Todos querían contar su historia; su historia de superación, y de cómo, a pesar de las adversidades, los sueños se pueden cumplir. Están para cumplirse. Debbie, su madre, relató mejor qué nadie qué se sentía en aquellos momentos. Dónde estaba el alcanza de aquella hazaña. «Yo veo el autismo como el muro de Berlín y Jason lo ha roto».
Tras ese fulgurante e imborrable éxito, no volvió a jugar a baloncesto. Actualmente, compatibiliza sus estudios con un trabajo a media jornada en un mercado de alimentos, y colabora en la recaudación de fondos para la investigación del autismo, mediante charlas y conferencias en Estados Unidos. Contando su historia de superación, y de sentirse integrado en un equipo de baloncesto escolar.
Toda una hazaña, una historia preciosa de superación y de integración.