Las mujeres con discapacidad intelectual son el grupo más afectado por la escasez de ingresos, oportunidades laborales y acceso a prestaciones.
Fuente: CERMI
Con motivo del Día Internacional de la Pobreza, celebrado el pasado 17 de octubre, el Observatorio Estatal de la Discapacidad elaboró un Informe sobre la pobreza. Según el documento, la población con discapacidad está más afectada por el desempleo que la población en general y dedica sus gastos principales a los tratamientos médicos. La peor situación la viven las mujeres con discapacidad intelectual.
Aunque el riesgo de pobreza afecta de manera similar a mujeres y varones con discapacidad, hay diferencias muy acusadas respecto a la población general. La mitad de la población con discapacidad se encuentra por debajo del umbral de riesgo de pobreza, o pobreza relativa. Y en el caso de la población femenina con discapacidad, ésta tiene una tasa que casi duplica a la del resto de la población en pobreza extrema y es un 7% más alta que la de los varones con discapacidad.
En porcentajes, el 32% de la población con discapacidad está en pobreza relativa y otro 14,7% en pobreza absoluta, cuando la población en general refleja casi el 28% y el 9,6%, respectivamente. Las mujeres con discapacidad registran el 32,7% en pobreza relativa y el 15,7% en severa.
El informe refleja también que las mujeres con discapacidad intelectual son el grupo más afectado por la escasez de ingresos, oportunidades laborales y acceso a prestaciones. En los hogares de rentas más bajas es en los que las tasas de discapacidad son más altas, de forma que la escasez de ingresos y la presencia de discapacidad en el hogar son factores que se asocian.
Más gastos
La estadística apunta también a que la situación de discapacidad implica un gasto con relación a aquellos hogares que no tienen ningún miembro con discapacidad. Los principales gastos son para tratamientos médicos (29%) fármacos (28.3%), ayudas técnicas (28%), transporte y desplazamiento (24,3%) y asistencia personal (21,6%).
A ello hay que añadir que la falta de actividad laboral convierte a la población con discapacidad en objetivo de riesgo de pobreza, aunque reciba prestaciones. Según el OED, más de la mitad de la población con discapacidad en edad laboral se encuentra fuera del mercado y casi la mitad de la población con discapacidad que no trabaja carece, además, de ingresos por prestaciones.
En el caso de las personas con discapacidad predominan aquellos hogares que ingresan entre 500 y 999 euros (34,1%), mientras que en los hogares sin personas con discapacidad, el mayor porcentaje se encuentra en ingresos entre 1.000 y 1.400 euros (23,5%).
El informe del OED, cuya gestión corresponde al CERMI, que invita a reflexionar sobre la situación de especial vulnerabilidad de las personas con discapacidad ante las circunstancias de exclusión social, apunta como medidas necesarias a tomar el fortalecimiento de la inclusión laboral de esta población, tener en cuenta especialmente a las mujeres mayores con discapacidad y que las políticas consideren la discapacidad de forma transversal en la lucha contra la exclusión.