Artículo sobre el envejecimiento activo de las personas con TEA y los retos a los que nos enfrentamos.
Fuente: Ahinara Buren (Asociación Nuevo Horizonte)
Para todas las personas, incluidas las personas con TEA, el poder tener un envejecimiento activo representa poder disfrutar de una calidad de vida en ése momento vital. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define como envejecimiento activo al proceso en que se optimizan las oportunidades de salud, participación y seguridad a fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen y permitiendo que las personas realicen su potencial de bienestar físico, social durante toda su vida.
Teniendo en cuenta, que tanto, la esperanza de vida de la población en general así como la prevalecía del diagnostico con TEA en los últimos años ha ido en aumento, tiene una especial importancia que conozcamos con profundidad los cambios en las necesidades que todas estas personas, tendrán en todo su ciclo vital.
En líneas generales, durante el envejecimiento nos encontramos con ciertos cambios que influyen tanto a nivel físico (audición, visión, incontinencia, efectos secundarios medicación, tensión arterial, movilidad, deglución, cambios en el sistema inmune…), psicológicos (memoria, atención, funciones sensoriales y perceptivas…) y sociales (pérdida de referentes familiares o amigos, perdida de ocupación, pérdida de apoyos social…). Asimismo, tal y como se señaló en la memoria anual de programa AMI-TEA 2012 «Además de los programas generales de promoción de la salud (como vacunaciones, controles ginecológicos, revisiones odontológicas, etc.), estos pacientes necesitan protocolos de atención especiales que tengan en cuenta la frecuencia de condiciones médicas subyacentes (como el síndrome del X frágil o la esclerosis tuberosa), la mayor susceptibilidad a enfermedades orgánicas (como la epilepsia o las alteraciones gastrointestinales) y la alta tasa de comorbilidad psiquiátrica propia de esta población (como los trastornos de conducta y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad)».
A pesar que la edad adulta y la vejez es la parte más amplia de nuestro ciclo vital, ya señaló el CERMI en 2012, que apenas hay estudios científicos sobre los cambios en el funcionamiento de los procesos neurológicos en las personas con TEA.
Por otra parte, tal y como apuntan F. Happé, R. Charlton (2010) Aging in autism Specturm Disroders: A mini-Review «Los estudios sobre el envejecimiento en el autismo serán importantes no sólo para planificar los servicios adecuados, sino también para arrojar luz sobre la trayectoria de desarrollo completo de este estado del desarrollo neurológico, y tal vez proporcionar pistas sobre la neuropatología y etiología».
Éste es el reto al que nos enfrentamos, ya que es preciso poder disponer de investigación, información y formación que nos asegure poder confeccionar el entramado político, sanitario y social necesario para proporcionar respuesta a todas las necesidades y poder optimizar así la calidad de vida de las personas con TEA en este periodo vital.
“Jamás un hombre es demasiado viejo para recomenzar su vida y no hemos de buscar que lo que fue le impida ser lo que es o lo que será.”
(Miguel de Unamuno)