En el Día Mundial de la Terapia Ocupacional, queremos destacar el papel esencial de esta disciplina en la intervención con personas con Trastorno del Espectro del Autismo (TEA). A través del Programa Mejora, desarrollado por la Fundación Mutua Madrileña en colaboración con la Federación Autismo Madrid, se facilitan terapias especializadas para menores con TEA que requieren intervención terapéutica y atención especializada.

Para conocer más sobre la importancia de desarrollar la autorregulación para favorecer aprendizajes significativos en el autismo, Ana Casado, Terapeuta Ocupacional del Programa Mejora, nos lo explica en el siguiente artículo:

La regulación es un proceso esencial que permite al sistema nervioso mantener un nivel de activación adecuado para responder a las demandas del entorno y a las necesidades del cuerpo.

Nuestro sistema nervioso necesita mantener un nivel de alerta óptimo, para permitir que el resto de procesos superiores como son la atención, la organización motora, el pensamiento, el lenguaje y el vínculo con el entorno se pongan en funcionamiento.

Así, teniendo en cuenta la pirámide del desarrollo de las terapeutas ocupacionales Taylor & Trott (1991) y más contemporáneamente la de Lázaro y Berruezo (2005), podemos entender cómo desde el inicio de nuestro desarrollo en etapas tempranas de la vida, cada habilidad compleja depende de sistemas más básicos que han de estar afianzados.

Por lo tanto, el proceso de la regulación nos permite:

  1. Detectar los estímulos.
  2. Filtrar la información relevante y desechar la no importante.
  3. Ejecutar la respuesta más adecuada que somos capaces de generar para responder a los desafíos.
  4. Ajustar nuestro nivel de alerta a las demandas que el entorno ofrece.

En definitiva, permanecer regulado va a depender de dos factores principales: de la capacidad de nuestro cerebro para generar alternativas que nos ayuden a procesar los estímulos tanto del entorno como propios, como de los aspectos sensoriales que rodean estas interacciones.

 Del mismo modo, permanecer regulado durante nuestro día a día va a permitir que participemos de las ocupaciones significativas que forman parte de nuestro quehacer diario. 

¿Qué sucede cuándo los sistemas encargados de este proceso no funcionan de manera automática, o los desafíos del entorno nos superan en tal medida que no podemos autogenerar estas respuestas?

La autorregulación es la base que sostiene nuestro nivel de alerta y regula nuestra participación en las ocupaciones diarias. Se trata de modular nuestra activación cortical para poder trabajar, jugar, vincularnos y llevar a cabo rutinas de manera funcional, adaptativa y propositiva.

De manera constante, las personas interpretamos, organizamos y respondemos a la información que recibimos tanto del entorno (ruidos, luces, texturas, movimientos, olores…), como de nuestro propio cuerpo (hambre, cansancio, dolor, cambios de temperatura…).

De esta manera, a lo largo del ciclo vital cada persona va elaborando su propio Perfil Sensorial.

Éste se irá moldeando a lo largo de la vida, dependiendo de las experiencias vividas, los contextos en los que se haya desarrollado, así como de las relaciones vinculares que haya sido capaz de generar, incidiendo en los procesos de corregulación y regulación tanto sensorial como emocional.

Cuando este proceso no se da de manera automática nuestro bienestar emocional y calidad de vida pueden verse impactados.

Claves para comprender la autorregulación en personas con autismo

Al hablar específicamente de la habilidad para regularse en la población autista, además de tener en cuenta los aspectos generales de desarrollo motor – social, emocional y relacional -, se han de tener en cuenta las particularidades del cerebro que conforman su manera de ver, entender y comprender el mundo; y cómo éstas pueden condicionar su participación y su capacidad de autorregulación en función al contexto.

Así, el cerebro autista, para poner en marcha los mecanismos responsables de la regulación tanto emocional como sensorial, va a necesitar de predicción, anticipación y estructuración del entorno para ser competente en cuanto a desarrollar esta capacidad.

Esto, a su vez, le enseñará a desenvolverse en diferentes contextos y emplear estrategias sensoriales ante las demandas del entorno.

Así, moldeará su funcionamiento y tendrá acceso a una amplia variabilidad de opciones para encontrar el nivel de alerta óptimo en el que generar respuestas adaptadas a las circunstancias y a sus propias necesidades de autorregulación.

La importancia de la terapia ocupacional

Debido a ello, la presencia de un/a terapeuta ocupacional en colaboración con el resto de profesionales y por supuesto, la persona y sus familiares en el centro, es crucial para que la persona con TEA pueda aprender a identificar y/o generar respuestas y estrategias de regulación que le ayuden a funcionar en su día a día.

Comprender el procesamiento sensorial a lo largo del ciclo de la vida y conocer nuestro propio perfil sensorial, así como el de las personas con las que intervenimos, puede ayudarnos a promover una mejor comprensión y autocuidado, facilitar la participación en las actividades cotidianas, así como aporta herramientas para mejorar también la autorregulación emocional.

A continuación, os dejamos un par de propuestas que pueden ser de utilidad para encontrar ese estado de regulación óptimo que nos ayude a funcionar en nuestro quehacer diario.

RECUERDA: Solo son ejemplos de actividades comunes que pueden ayudar al proceso de la regulación. Cada persona es única en cuanto al desarrollo de sus habilidades de autorregulación y su perfil sensorial le hará responder, organizar e integrar la información de una manera única.

Ana CasadoTerapeuta Ocupacional del Programa Mejora.

Más información sobre el Programa Mejora.

 

 

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