La actividad física regular y el entrenamiento deportivo son dos factores básicos para el crecimiento, desarrollo y maduración del niño, a la vez que conducen a una correcta adaptación al esfuerzo. En el niño que practica competición, es necesario seguir un control médico exhaustivo, porque un ejercicio extremo y estresante puede influir en su desarrollo normal.
El ejercicio físico regular y moderado contribuye a que los niños y adolescentes tengan hábitos de vida saludables, fomentando las relaciones interpersonales (deportes de equipo), facilitando el sueño, disminuyendo los problemas de ansiedad psíquica, etc. Además, previene algunos trastornos, como la obesidad, las enfermedades cardiovasculares y la osteoporosis.
En general, los ejercicios más indicados en niños y adolescentes serán aquéllos que no comprometan su maduración, sobre todo los ejercicios aeróbicos que aumenten la resistencia, mejoren la fuerza y flexibilidad y no supongan una sobrecarga osteoarticular.
La obesidad infantil ha aumentado enormemente en las últimas décadas, y es un tema que preocupa mucho a los pediatras, pues genera un aumento de diabetes tipo 2, hipercolesterolemia e hipertensión. Trastornos que, a su vez, son factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares en la madurez. Para prevenirla existen dos factores básicos: una correcta alimentación y ejercicio físico regular (ya que reduce la grasa corporal, aumentando la masa magra).
Texto obtenido de los mundos de Josete