El Cermi ha redactado este documento sobre el envejecimiento de las personas con discapacidad.
Para conseguir un envejecimiento activo, hay que destacar la implicación en la vida ciudadana de su entorno a través de actividades de ocio y tiempo libre, la incorporación a las iniciativas culturales de los equipamientos públicos de su medio, la participación en los programas y actividades de envejecimiento activo que fundaciones e instituciones específicas establecen para este sector, el esfuerzo que realizan por contrarrestar la brecha digital que padece esta población, la inclusión en situación normalizada en los dispositivos de atención a mayores y, en definitiva, en mantener su hábitos sociales y culturales.
Cada individuo tiene su forma particular de envejecer a través de un proceso que tiene características personales y sociales diferentes. Esta situación se produce con independencia de que una persona llegue o no, a los 65 años, con una determinada discapacidad.
Es preciso tener en cuenta que no todas las discapacidades tienen el mismo grado de “antigüedad” como grupo social. A este respecto, hay que mencionar el autismo cuyas primeras descripciones se realizaron en los años 40, y con ellas se efectuaron los primeros diagnósticos. No obstante, hasta los años 70 no se incorporó la explicación que caracteriza a los trastornos del espectro autista (TEA) como un continuo o “espectro de trastornos en el que, a pesar de compartirse las principales manifestaciones, existen variaciones significativas en severidad y complejidad.
Por estas razones, este tipo de trastornos son relativamente “jóvenes” y por ello las primeras personas diagnosticadas en España aún no han alcanzado edades muy avanzadas. Sin embargo, algunas de ellas empiezan a superar ya la “mediana edad” y se encuentran iniciando los procesos de envejecimiento. Esta es, por lo tanto, una cuestión ineludible que deben comenzar a afrontar las entidades vinculadas a este sector, desarrollando actuaciones que incrementen el conocimiento sobre las necesidades de las personas mayores con TEA, y garanticen respuestas adecuadas a las mismas, orientadas a favorecer su calidad de vida y a conseguir una vida plena y satisfactoria
A este respecto, conviene tener en cuenta que existe muy poca información sobre la situación y las necesidades de las personas adultas con TEA, y aún menos sobre las personas de este espectro que están envejeciendo. No se dispone de datos contrastados (estadísticas, estudios poblacionales, etc.) en España, y tampoco existe mucha información en el ámbito internacional.
En todos los aspectos hay que realizar unas propuestas enfocadas al perfil de cada discapacidad, en grupos estos aspectos se clasifican en:
– Derechos, dignidad, empoderamiento y autodefensa.
– Promoción de desarrollo individual. Autonomía personal
– Aspectos económicos
– Salud.
– Apoyos asistenciales, desarrollo de competencias, desarrollo de las TIC.
– Participación activa.
– Legislación, apoyo a la toma de decisiones, seguridad y abuso, Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
– Vivienda.
– Atención en el medio rural.
– Empleo y ocupación.
– Familias. Colaboración intergeneracional.
– Ocio y tiempo libre inclusivos.
– Cultura inclusive
– El personal y su formación.