Resumen de la ponencia presentada por la profesora universitaria Mar González, en la V Jornada Autismo Madrid Sur del pasado 10 de diciembre.
El paso a la adolescencia se traduce en un cambio educativo, ya que se pasa de la Educación Primaria (6-12 años) a la Educación Secundaria Obligatoria (12-16 años). Estas dos etapas siguen conformando lo que se denomina enseñanza básica. Mar González enfatiza que, aunque se llame obligatoria, esta educación constituye un derecho y, por ello, es gratuita. Verla como obligatoria sería al colocarnos desde el punto de vista de la Administración, cuyo objetivo es lograr el asegurar una educación de calidad, que fomente una igualdad y una equidad.
En el caso de las personas con TEA, la administración intenta cumplir el objetivo citado a través de una organización educativa determinada, entre las cuales destaca el currículo, que no es fin sino herramienta, como dice la ponente. Por otra parte, es importante el analizar los centros. En Madrid hay distintos tipos de centros y estas tipologías están en función de los recursos humanos y materiales de los que disponen, ya que los centros tienen cierta autonomía para organizarse y lo hacen atendiendo a sus características particulares.
El paso a la Educación Secundaria genera ansiedad en las familias de personas con TEA. El currículo es visto con temor, al significar la exigencia de unos objetivos que sienten lejanos de los resultados que pueden obtener estos niños y niñas. Mar reincide en la idea de cambiar lo que pensamos acerca del currículo. Asimismo, expone que en el caso de alumnos con TEA debe haber un trabajo conjunto y un proyecto común, una planificación en la que se considere al alumno (historia previa, desarrollo actual, nivel de competencia curricular y estilo de aprendizaje) y, sobre todo, el contexto (escolar, familiar y social). Lo más importante es examinar si el centro que va a acoger al alumno/a en Secundaria cumple una serie de requisitos.
Mar advierte que, al ser algo predecible que el alumno va a entrar en Secundaria, no debe posponerse ese análisis para el momento final, sino que debe irse haciendo con anterioridad. La clave para determinar las necesidades educativas especiales de este colectivo es fijarse en su nivel de competencia curricular, dónde está y dónde se espera que pueda llegar. También deben definirse unos objetivos y ver las potencialidades del centro para que pueda adaptarse al alumno y servir de marco a su desarrollo educativo. Los planes de acogida varían para el alumnado con TEA y para que sean útiles deben incluir visitas del alumno al centro, para que sea más fácil su paso a la nueva etapa escolar.
Mar reivindica que debería modificarse el currículo, para lograrse una mayor eficacia. Existen unas estrategias metodológicas potencialmente mejores, y, por ejemplo, el aprendizaje cooperativo puede ayudar a la inserción social en el grupo. A pesar de cambiar de etapa educativa, seguirán siendo importantes para el alumnado con TEA la creación de unas rutinas o el que se proporcione más tiempo para la ejecución de tareas.
A lo largo de su ponencia, Mar va realizando un profundo análisis de lo concerniente a la ESO desde el prisma de las necesidades que tendrá el alumnado con TEA que vaya a entrar a dicha etapa. Propone mejoras en distintos ámbitos, como el de los espacios donde el alumno se moverá; la formación específica del profesorado y la organización de las distintas actividades que vaya a realizar el alumno, incluyendo las extraescolares.
Raquel Gil de Prado