Los tratamientos biomédicos para el autismo son prácticamente inexistentes. Un ensayo clínico es un análisis experimental de un producto, sustancia, medicamento, técnica para el diagnóstico o la terapia que, mediante su aplicación a personas voluntarias e informadas, pretende valorar su eficacia y seguridad. Solo se puede realizar después de que los estudios experimentales en animales hayan demostrado que el nuevo avance es prometedor y seguro.
Acaba de terminarse el primer ensayo clínico dirigido a aumentar las habilidades sociales de personas con autismo usando un aparato de estimulación magnética transcraneal. (EMT) que parece una lupa simple o doble gigantesca.
La EMT es una técnica no invasiva que consigue estimular la corteza cerebral mediante pulsos magnéticos y cambiantes producidos encima del cuero cabelludo. Con estos campos magnéticos se consigue la inducción de débiles corrientes eléctricas que logran, sin causar daño, cambiar la actividad neuronal. La EMT permite actuar sobre zonas específicas de la corteza cerebral y ha proporcionado buenos resultados en la depresión refractaria, la que no responde a otros tratamientos. Otras áreas de investigación en las que se ha probado la EMT han sido las afasias tras un ictus, el tínnitus, la enfermedad de Parkinson, el síndrome de Tourette, el síndrome de estrés posttraumático y algunos tipos de esquizofrenia. Este ensayo clínico es el primero que valora su posible utilidad en los trastornos del espectro autista.
El ensayo clínico incluía 28 pacientes adultos que tuvieran un diagnóstico de autismo de alto funcionamiento o síndrome de Asperger, el extremo más favorable del TEA y los resultados han sido ilusionantes. Una región cerebral, el área dorsomedial de la corteza prefrontal (DMPFC), es menos activa en los que tienen autismo que en la población control. Esta región cerebral está relacionada con la comprensión de los pensamientos, creencias e intenciones de las demás personas. La idea era aumentar la actividad de esa región cerebral usando EMT de forma bilateral y ver si esas personas mostraban una mejoría
El estudio fue aleatorio (las personas que participan son asignadas al grupo experimental o al grupo control al azar), doble ciego (que ni el paciente ni el médico saben en qué grupo está) y sujetos a la misma experiencia, a todos se les colocan los mismos aparatos en la cabeza y experimentan los mismos ruidos y vibraciones pero unos reciben en los días laborales 15 minutos de pulsos magnéticos (1.500 pulsos) durante dos semanas y otros no.
Tanto antes como después del tratamiento magnético y también un mes después, todos los participantes en el estudio realizaron una serie de test para medir sus habilidades sociales.
Los resultados fueron positivos porque los que recibieron la EMT habían mejorado significativamente sus habilidades sociales un mes después. Un ejemplo, fue una mujer que empezó a preparar una infusión para su hermana que estaba estudiando un examen, algo que nunca había realizado antes, que sugería que entendía el estado emocional de su hermana y que quería ayudarle. También mostraron una reducción en la ansiedad que sentían en situaciones sociales complejas y emocionales comparando antes del tratamiento y durante el seguimiento durante un mes. No se vieron cambios en las personas tratadas con el sistema placebo.
Sin embargo, los participantes no mostraron mejoras en otro test que valoraba si podían inferior los estados mentales de otros, algo que es chocante puesto que el área dorsomedial de la corteza prefrontal es la región cerebral más claramente implicada en estas tareas. Quizá sea debido a que el área dorsomedial de la corteza prefrontal no está en la superficie del cerebro, no es sencillo enfocar el pulso magnético sobre esa zona con exactitud. Es lógico pensar que se hayan estimulado todas las zonas cerebrales entre las meninges y la corteza prefrontal
Entre los siguientes objetivos de los investigadores están comprobar la persistencia en el tiempo de la mejoría y probar otros tiempos y otras dosis de estimulación. Las próximas investigaciones podrán mejorar los protocolos de ETM en un esfuerzo para replicar y mejorar la respuesta encontrada en este primer ensayo clínico.