El estudio de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, se ha realizado en ratones.
Fuente: Qué!
Investigadores de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, han identificado fallos en un mecanismo neuronal que pueden estar detrás de los problemas de coordinación motriz que sufren algunas personas con autismo, según los resultados publicados en la revista ‘Nature Communications‘.
Se estima que alrededor del 80 por ciento de los niños con autismo tienen problemas de coordinación que incluyen torpeza y dificultad para controlar los movimientos del ojo y la mirada. Pero las causas de estos déficit motores son poco conocidos.
Para el estudio utilizaron un modelo de ratón con este trastorno y, según observaron, la alteración de determinadas conexiones neuronales y la incapacidad para eliminar las que no son necesarias para el cerebro puede asociarse con una capacidad reducida para aprender y reproducir movimientos.
«Hemos identificado anomalías sinápticas que pueden desempeñar un papel en los problemas de motricidad que normalmente se observan en niños con autismo», ha reconocido Christian Hansel, profesor de Neurobiología y autor principal del estudio.
El modelo utilizado se centró en una de las anomalías genéticas más comunes del autismo, la duplicación del cromosoma 15q11-13, y se centraron en el cerebelo, una región del cerebro muy involucrado en el control del movimiento.
Los investigadores vieron que los ratones con autismo tenían cerebelos similares a los de roedores normales, pero evidenciaban problemas de aprendizaje de determinados movimientos. En concreto, se les enseñó a los ratones a parpadear ante el encendido de una luz o una ráfaga de aire, y vieron que los que tenían autismo eran más lentos al aprender a abrir y cerrar los ojos.
Para indagar en las causas de dicho retraso, analizaron las células de Purkinje, un tipo de neurona muy involucrada en el aprendizaje motor ya que pueden fortalecer o deteriorar la eficacia de sus sinapsis o conexiones, clave a su vez para transmitir señales entre ellas.
Así, vieron que en los ratones con autismo la capacidad de estas células para favorecer la sinapsis se reduce considerablemente, lo que influye a la hora de mejorar el aprendizaje motor.
Hansel y su equipo demostraron que estas anormalidades sinápticas están asociados con el retraso en el parpadeo observado, y creen que puede convertirse en una nueva y poderosa herramienta para los investigadores del autismo.