Una vulgar historia de amor

Autora: Sandra Rius Mondéjar

 

Esta no es la bonita historia de una madre que hable sobre su hijo o su hija con autismo, una historia de lagrimilla fácil; de auténticas madres lloronas, como las llamamos los jóvenes y adultos maduros con Asperger, como yo misma las llamo.

Esta es la historia de un adulto con autismo ya pasada la cuarentena y que fue diagnosticado a los treinta y muchos años. Tampoco es una historia de superación; esta es la historia de toda una vida luchando con uno mismo para acabar aceptándose tal y como es, con sus virtudes y sus defectos, con sus genialidades y sus deficiencias a la hora de socializar. Me considero concienciadora sobre el autismo y especialmente en el Síndrome de Asperger, en mi perfil de Facebook lo podéis encontrar. Me dedico a concienciar sobre las dificultades que tenemos para movernos en vuestro mundo, para nosotros como una cultura completamente diferente a la nuestra y desde donde carecemos de muchos instintos sociales y de espontaneidad.

El grupo desde donde trabajo al fin al cabo se llama: “Síndrome de Asperger un cerebro diferente” y ello no significa discapacidad sino una forma diferente de aprender, ni mejor ni peor que las de los como “normales”. Tenemos una programación, con el ejemplo del Windows, completamente ajena a este, pues las cosas no nos salen simplemente por instinto y por natural, como quien abre una ventana y otra y todo va surgiendo con una sorprendente fluidez. Nuestra programación es de “libre software” con lo común de racionalizarlo todo, que tanto tiempo nos lleva y el corazón, navegando siempre a la deriva tiene lo bueno de Ulises en busca de su amada Ítaca. Luchamos contra Ciclopes y otros monstruos, como la incomprensión y la exclusión. Es como si careciéramos de sentido común para algunas cosas, ahora bien, para otras, yo creo que incluso somos superiores,  como a la hora de cuidar nuestro medio ambiente y el respeto hacia los animales.

¡Debemos ampliar las miras en este mundo! ¿Quién dijo que carezcamos de empatía? Claro que la tenemos, no de la misma forma pero ello no significa que no exista, solo que la empleamos para cosas diferentes a las consideradas como a las más adecuadas según vuestras completamente subjetivas construcciones sociales. A lo mismo, creer que exclusivamente todo se pueda aprender hasta cierta edad; ¡pues no señores!,  piensen que los que fuimos diagnosticados “tan tarde” hemos podido mejorar hasta límites impensables e incluso sin la ayuda de nadie, solos. Los “aspies”  somos autodidactas por naturaleza y más cuando nos hacen ser conscientes de nuestros problemas. Por lo tanto, no nos den nunca por perdidos a partir de una cierta edad, pues si a un elefante lo acostumbras a estar atado, con tan solo la contemplación de la cuerda, aún suelta ya se creerá que está para siempre anclada.

Aprender a amar, que Ulises llegue a Ítaca depende de que le permitan el tener una embarcación en condiciones, depende de no confundirlo más de lo que está y en vez de criticarlo, ayudarlo a que este encuentre su propio timón. El barco es grandioso no se lo pueden ni llegar a imaginar, estamos hablando de unos enormes buques desde los que se podrá alzar a la humanidad. Einstein lo tuvo, como Newton, como Leonardo Da Vinci…a Einstein le dieron por inútil de pequeño y jamás hubiera sido el científico que resultó ser, si hubieran hecho caso de tal limitante pronóstico a largo plazo algún que otro director de su instituto y de la universidad donde resultó finalizar sus estudios.

Soy bastante asocial, lo reconozco y paso de los estándares y de la gente, de lo que la emociona o de lo que no, sobre las sirenas, no hace falta que nos aten a la barca para así no ahogarnos junto con ellas y en sus perversas profundidades. Tampoco es que seamos tan inocentes e ingenuos como nos pintan, pero tenemos una cualidad que suele ser muy visible, como es la sinceridad. Eso sí, solemos ir sin segundas intenciones y sin exceso de malicia. No nos gustan para nada las mentiras, sí pecamos será por inapropiados pero no por mentirosos o por haber sido poco compasivos con alguien o incluso, supuestos asesinos por el  mismo Asperger y que nos acaba marcando a todos con un estigma.

Ulises llegó al puerto a su ritmo y se encontró a su amada asediada, esta, tan fiel como perro, y no es nada malo, pues en mi caso para mí los perros tienen mucho más valor e importancia que la que se les da, le recibe con los brazos abiertos. Esta es la historia de amor con uno mismo.

Solo se ve bien con el corazón, lo demás es invisible para los ojos. Del Principito.

Te puede interesar...
Share This
Ir al contenido