Lazos inquebrantables y amores eternos
Autora: Cristina del Pino González Taisma
Llegaste como por casualidad, nunca antes había escuchado qué era eso del autismo, supongo que muchas veces el ser humano actúa egoístamente obviando lo que pasa a su alrededor, sólo centrándose en su realidad cotidiana. Siempre tenemos esa tendencia a pensar que lo que nos pasa a cada uno de nosotros no es equiparable a lo que los demás padecen y nos olvidamos de que más allá de nosotros, también hay vida, también hay personas que no son tan diferentes a nosotros, pues todos buscamos una misma meta, la tan nombrada felicidad. Tenemos otra mala costumbre, la de hablar sin saber, nuestra mente crea historias que parecen tan ciertas que acabamos creyéndolas e imponiéndolas sobre los demás, sin apenas darnos cuenta que con un granito de arena podemos crear una montaña, una montaña que puede ser un obstáculo en el camino de ese alguien en quien no pensamos porque no pertenece a nuestro entorno y así nos pasamos media vida, creando montañas, mitos y prejuicios que impiden el paso de muchos otros. Yo un día actué de esa forma, yo un día no pensé en la realidad de otros, pero todo eso cambió cuando te conocí.
¿Saben algo?, cuando le vi, no tuvo que hacer mucho para convencerme de que lo que había oído no era cierto. De golpe y porrazo acabó con todos los mitos que circulaban y aún hoy circulan entre las calles de la ignorancia, sólo me hizo falta sentir su mano sobre la mía, con eso me bastó. Ese día me di cuenta que no hacía falta mucho para ser feliz. Niños como él me han enseñado tanto, que desde ese día ya nunca volví a ser la misma. He aprendido a amar el amor porque sí, porque nunca antes había conocido el valor exacto de esa palabra, ahora sí, ahora ya sé lo que se siente cuando tienes delante un amor verdadero, un amor para toda la vida y ese amor es el que te hace ser mejor persona cada día, el que te enseña cuánto puede cambiar tu día a día con sólo una sonrisa, una risa, una mirada o una caricia. Gestos que con el paso del tiempo vamos infravalorando ya sea por rutina o porque el amor desaparece, pero con ellos esto no pasa, cada uno de estos gestos se convierte en una muestra de amor infinita, tanto es así, que el resplandor de una sonrisa puede durar más que el destello de un cielo estrellado y todos estos pequeños detalles, son los que me impulsan a seguir queriendo estar al lado de ellos. Hace mucho tiempo que me pasé a ese bando y debo decir que desde ese día veo el mundo desde otros ojos. Me han dado tanto que no encuentro la manera de poder agradecérselos, pero supongo que estoy en el camino. Quiero darles todo de mí, porque siento que debo hacerlo, porque cada historia que llega a mí me hace querer seguir aprendiendo para poder prestarles la ayuda que merecen, para poder ayudar a esas familias con la guía que necesitan cuando se pierden en el camino, porque lo sé, sé que no es fácil, pero si juntos caminamos en el mismo sentido sé que llegaremos a algún lugar y espero que ese lugar sea un mundo mejor, un mundo donde la estigmatización sea sustituida por la concienciación.
Este año la vida me volvió a regalar otro amor para siempre, le conocí a él, a mi niño, porque así lo siento, como si fuera mío aunque ningún lazo nos una. Él me enseñó que no hacen falta lazos de sangre para que existan lazos inquebrantables. Él comenzó a tejer un lazo con tanta fuerza que aunque sólo haya pasado un año desde que empezó esta andadura, ha hecho irrompible este lazo, porque sé que lo conservaré para el resto de mi vida. Él me enseñó a hablar sin necesidad de palabras, a recuperar la ilusión cada vez que lo tenía cerca, a sonreír aunque mi sonrisa escondiera miles de lágrimas. Él ha sido esa primera persona que me ha enseñado que el amor a primera vista no es un mito, no es una realidad recogida de las películas, es una certeza que sentí el día en el que sus ojitos verdes me miraron.
Esta es mi historia de amor, esta es la respuesta a todos esos que me preguntan qué como puedo dar tanto “gratis”, pues ya ven, el valor que tiene lo que estos niños me regalan cada día no tiene precio, no hay cantidad suficiente de dinero que llegue a cubrir la cantidad de amor que ellos me regalan. Ser voluntaria ha sido la mejor inversión de mi vida.
Precioso, me has emocionado profundamente. Tienes un corazón de oro
Muchas gracias de corazón, me alegro que te gustara.