Ella percibe el mundo desde sus ventanas azules, lo organiza y nos lo devuelve en forma de cuentos, tan genuinos y reales que se transforman en mapas que nos marcan el camino. Durante estos meses en casa comprendió que el Autismo formaba parte de su identidad y este es el mapa que nos regaló…

 

Samanta era una niña muy pequeña que soñaba de mayor con ser matrona. Le gustaba el chocolate, hacer excursiones con sus compañeros, hacer volteretas. Pero lo que más le gustaba era estar con sus muñecas Anita y Elsita…. Y los cohetes, se lo sabía todo de los cohetes: dónde se fabricaban, dónde se lanzaban, hasta dónde
llegaban, …

Samanta vivía en un pueblo muy pequeño y su calle se llamaba C/Calcio 64. Allí vivía en una casa de campo muy lujosa porque eran muy ricos. Tenía un hermano pequeño llamado Jorge y con sus padres Julián y Tamara vivían en esa casa.

Un día Samanta estaba hablando con su madre de los niños especiales, que eran los que tenían algo especial. De pronto, a su madre le cambió la cara, puso una voz un poco nerviosa y le dijo: “hija, tienes autismo”. Samanta se fue a su habitación a llorar un ratito porque se sentía mal ya que ella quería ser normal y tener sus propios amigos, ahora resultaba que era especial y pensó que no iba a poder hacer realidad sus sueños. Pero después de un llorar un rato se puso a pensar y se dijo a sí misma: “Venga, ponte contenta, que el autismo es nada, solo sé feliz, tú sigues siendo la misma niña buena, educada, respetuosa, muy agradable, y que casi no se enfada, así que no tienes que preocuparte porque no te va a cambiar, vas a seguir siendo perfecta, aunque haya alguna cosilla que te cueste”. Después de esa conversación con ella misma se quedó un poco más tranquila pero todavía seguía preocupada. Entonces decidió ponerse feliz y para ello cogió a sus muñecas Anita y Elsita y se olvidó de todo un rato.

Tiempo después, Samanta estaba merendando un bollo riquísimo de pepitas de colores que le había preparado su madre, lo que no sabía era que la estaba preparando para una malísima noticia. Tenía que ir a operarse de la cabeza porque tenía un tumor. Cuando su madre se lo dijo se volvió a ir a la habitación a llorar. De nada sirvió que llorara y se enfadara porque al final tuvo que ir al hospital ese mismo día.

Cuando llegó al hospital esperó hasta que los doctores le dieron la habitación 40 y allí eligió la cama que estaba al lado de la ventana. Dejó sus cosas y se puso la bata que le dieron en el hospital. Después de muchas horas de nervios y lágrimas llegó la hora de la operación, le dieron una medicina para relajarse, pero no le hizo efecto así que lloró y lloró y lloró. En la sala de operaciones seguía llorando, pero los doctores hicieron la operación y cuando terminaron y la llevaron a la habitación 40, por fin empezó a relajarse. La operación salió bien y Samanta se pudo ir a casa. 

Pasado un tiempo, un día le preguntó a su madre: ¿qué es el Autismo? Su madre le contestó: hija, el Autismo es algo que te hace especial y además hay muchas personas que lo tienen, Beethoven dicen que podía tenerlo.

¡Ah! Pues aunque antes estaba preocupada y un poco agobiada ahora ya pienso que no pasa nada que voy a ser yo misma y que el autismo me hace especial. Me siento feliz, estoy bien, estoy relajada. Y encima ya no tengo un tumor, así por fin podré hacer un montón de cosas guais y ser matrona.

Y la historia ha terminado. 

 


María Prieto Vera

Ilustración: T. Vera


 

 

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