Nuevo relato que hemos recibido para la IX edición del certamen de relato corto «Cuéntame el Autismo». En esta ocasión, la historia nos lleva a las Islas Baleares…
Es un domingo de marzo cualquiera. El día luminoso. El mar amplía un horizonte que luego cambiará de color al atardecer. He quedado ir con Samba para recoger en su casa a Petra. Os preguntaréis. Pero ¿Quién es Petra? Es la hija de mi jefa. Un cielo de criatura. Autista.
Samba y Petra han corrido y saltado de lo lindo. La mascota se acercaba a la orilla y ladraba a las olas como si quisiera entablar un fluido diálogo. Las tres jugábamos con un trozo de madera que el mar había dejado sobre la playa. Lo tiraba a lo lejos y al momento lo traía entre sus dientes. Lo ponía delante de mis pies llenos de una arena que parecía harina. Volvía a gruñir al reclamar su premio, contenta por su hazaña. La pícara cara hablaba por si sola. La nariz de trufa y unos brillantes ojos negros me generan ternura. Es todo un personaje que se entiende de maravilla con su Petra. Siempre llevo en los bolsillos de mi vaquero un puñado de golosinas. Su socia es la encargada de hacerla todavía más feliz con la entrega de las chuches Son cómplices y amigas. Da gusto verlas interactuar.
¡Ah, me olvidaba! Me llamó Marieta. Soy la mayor de tres hermanas. Vivo en Sa Coloni. Es un lugar de ensueño frente al Parque Nacional de Cabrera. Todos los días voy a trabajar a una oficina en Campos. Bueno eso de trabajar todos los días pensareis que es exagerado, sin embargo el fin de semana es sagrado. Lo afirma el algoritmo de la felicidad.
Mi jefa es una gran mujer. Generosa y muy profesional. Utah. Alemana afincada en Mallorca hace ya varias décadas. Vive con su hija, la socia de mi mascota. Utah es un cariño. Casi siempre sonriente y muy concienzuda ordenando los pedidos y clasificando las diferentes materias primas de los futuro zapatos que diseña. Todo ello bajo la colaboración de su hija. Al principio nos costó, pero ahora se maneja en el entorno que conoce bastante bien. El método y el orden son aliados estratégicos para Petra. Es muy curiosa además de un solete.
El negocio va como la seda y el futuro es prometedor. Tanto que mi amiga y jefa, no solo orienta y controla, sino que a la vez estimula como nadie.
El lunes de la semana que viene iremos las cuatro de excursión. Será a un pueblo del interior con callejas con mucho sabor para pasear lentamente, entre limoneros y naranjos que jalonan las recoletas travesías.
La genial iniciativa os suponéis de quién partió. Es un incentivo en especie que no grava ni Hacienda, que somos todos. Detalles como este hace incrementar la productividad. Utah sabe más… casi que el padre Cano de incunables. Es otra afición heredada de su abuelo.
Petra, Samba, y yo, hemos pasado una jornada imborrable, y así, mi jefa, ha podido relajarse unas horas pintando paisajes mallorquines que regala a sus mejores proveedores y clientes.
Ya en casa. Me acabo de duchar, y al instante suena el móvil. Es Utah. Me extraña su pronta llamada cuando nos habíamos despedido hasta mañana.
- Por causas de fuerza mayor, suspendida la excursión- Laconismo germánico.
- Qué me dices-
- El Gobierno va a decretar el estado de alarma. La pandemia…-
Me quedé muda, colgué. Reacción como respuesta al estado de shock.
Nuestro sueño se esfumó. Dios sabrá hasta cuándo, pero la esperanza es el antídoto frente a la frustración. Está comprobado. Me dejé caer en la cama e hice un fundido a negro.
José Luis Roca Aymar
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