Compartimos un nuevo relato para esta IX edición de Cuéntame el Autismo. Esta vez se trata de un relato contado en primera persona, que acaba con una gran reflexión: Desde ese día me di cuenta que sois lo mejor que me ha pasado este año… ¡No os lo perdáis!
Jamás pensé que aquel respiro familiar iba a ser el último que hiciese porque un virus nos iba a parar el tiempo, como nos lo ha parado, pero lo que jamás me imaginé es que este virus, iba a enseñarme lo verdaderamente fuertes que sois.
Dos días antes de que suspendieran nuestras actividades, estuvimos todos juntos riendo y viendo como los supermercados se quedaban vacíos, las calles no eran iguales, pero lo que si era igual era nuestra sonrisa, esa sonrisa que siempre nos ha dado las fuerzas para que pudiésemos ver lo verdaderamente fuertes que sois.
La cuarentena avanzaba y salíamos cada día aplaudir, pero yo cuando salia a mi ventana, no solo aplaudía a todos los que nos han ayudado a matar, poco a poco, el bicho, también os aplaudía a vosotros, y siempre que os pensaba aplaudiendo se me venían vuestras sonrisas, aquellas tardes jugando a la pelota, aquellas aguadillas en el agua, esas escapadas de fines de semana, en las que hemos aprendido todos de todos.
De repente un día sonó mi teléfono y me dijeron que podía realizar videollamadas y hacer juegos con vosotros, no tenía duda de que tenía miles de ganas de veros, pero tenía miedo, porque yo no llevaba mucho tiempo participando con vosotros, pero aun así acepté y empecé de nuevo.
La primera videollamada que hacia, no sabia qué hacer, cómo interactuar…pero de repente cuando me visteis me empezasteis a llamar, a preguntarme qué tal estaba, y eso es verdad que me encantó el ver como os acordáis de mí, pero lo que más me gustó fue ver esa sonrisa que veía mientras aplaudía, por fin la veía de nuevo la veía en el presente, no tenía que imaginarlas.
La frase de siempre era…¿ Ya queda menos para vernos a que sí? Y siempre decíamos que sí, pero la verdad es que ese si estaba lleno de incertidumbre, sabíamos que nos íbamos a ver pero no sabíamos cuánto nos quedaba.
Aquel día según se acabó la llamada, las lágrimas caían sobre mis mejillas, como podía ser que con el tiempo que llevaba con vosotros os acordasteis de mi, como me echabais de menos, pero sobre todo me pregunté…¿ Cómo puede ser que me deis la la energía que hace que la sonrisa jamás se pierda?
Desde ese día me di cuenta que sois lo mejor que me ha pasado este año y que voy a estar todo el tiempo que mi vida me permita estar a vuestro lado.
Y que no habrá ningún virus que nos vuelva a parar el tiempo, pero sobre todo que no hay ni virus, ni tormenta que nos haga perder esa sonrisa.
Desde mi ventanal siempre veré vuestra sonrisa
Belén Angulo Dopacio
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