Nada más conocerte comencé a odiarte.
Si aún no saben definirte, ¿cómo van a explicarte?
Anómalo comportamiento que da la cara de pronto;
disparo de salida, carrera de fondo.
Días de incertidumbre esperando una llamada,
piedras en el camino disfrazadas de burocracia.
Amargos instantes tras un diagnóstico,
replanteamiento constante, ¿ateo o agnóstico?
Carrera maldita de medallas diarias,
pasos de gigante tras cada terapia.
Lucha interna que tú sola batallas,
donde ponemos la compañía,
y tú, las agallas.
En vez de ¿qué es?…, ¿cómo es el tuyo?,
es la pregunta;
pues hay tantas versiones como personas lo sufran.
Quizás sea tan bello el mundo en el que te refugias,
que te cueste expresarlo con palabras y escritura.
Pero suples con cariño y palabras de humildad,
el largo camino que une,
tu realidad con mi realidad.
Hoy en día te agradezco que hayas creado una versión mejor de mí mismo,
por dejarme ver el mundo desde sus ojos… Gracias, Autismo.
Víctor Egea