Nuevo relato que nos llega para la IX edición de nuestro certamen de relato breve «Cuéntame el Autismo». En esta ocasión, el relato lo narra una maestra PT de un centro de educación especial… ¡No os lo perdáis!
Todo se complicó. Primer año trabajando en un colegio de educación especial, conociendo a mis chicos poco a poco y un día de repente ¡a casa! ¿Y ahora qué?
Pocos recursos materiales, económicos y tecnológicos, pero mucha motivación y ayuda de la familia. ¿Apenas cinco meses son suficientes para conocer las necesidades de un alumno con TEA y poder cubrirlas desde la distancia? ¡Sí, por supuesto!
Ella es la clave; esa madre dispuesta a hacer todo por su hijo, sin condiciones y siempre con la sonrisa y fuerza que le caracterizan.
Primeras semanas de confinamiento: La organización.
¿Qué le vas a decir a una madre que lleva 19 años organizando todo en su vida para su discípulo especial?
Nosotros, “los profes PT” (aquellos que estudiamos magisterio enfocado en alumnos de necesidades educativas especiales), nos hemos formado para trabajar con este tipo de alumnado por lo que vamos a pensar cómo podemos transmitir nuestros conocimientos a la familia para que los chicos puedan seguir aprendiendo.
Lo primero, una organización entre nosotros, los profesionales del centro. Cada uno desde su asignatura (porque sí, en nuestro cole especial también tenemos asignaturas) enviará pequeños trabajos semanales y estableceremos un horario para que nuestro alumno sepa lo que va a realizar cada día. Así, un día trabajará música, otro día comunicación y logopedia, fisioterapia, material Teacch (que son materiales muy atractivos para personas con TEA al basarse en una educación estructurada, sin errores y dando únicamente la información relevante) … y añadido a esto, todas las mañanas realizará las tareas del hogar e higiene personal para fomentar la autonomía y un poquito de deporte.
Nuestro chico necesita todo muy estructurado y no le gustan los pictogramas (dibujos que expresan un concepto), así que tenemos que recurrir a fotos reales. ¡Oye, a cada uno le gusta lo que le gusta! Le pedimos a su madre que haga las fotos pertinentes para poder ponernos enseguida a trabajar.
¡Ya tenemos el horario personalizado!
La madre, como siempre agradecida, está de acuerdo. Cada mañana, trabajará la agenda con él para que sepa las tareas que va a realizar. ¿Qué es esto de trabajar la agenda? Es simple. En una tabla vacía a modo de horario (sírvase pizarra o cualquier cuaderno que haya por casa) con los días de la semana y las horas, se van introduciendo las fotos de las tareas que se van a efectuar en cada momento con colores acordados.
Siguientes semanas: el duro trabajo.
Ella con nuestro alumno. Nuestro objetivo, que no se sintiera sola en ningún momento. ¡Estamos aquí!
Cada semana recibía el horario de lo que iba a trabajar para que pudiera explicárselo a su chiquillo. Además, cada día le enviábamos un documento con la tarea que tocaba.
La mamá, por supuesto, complacida nos correspondía con fotos y vídeos de lo que iba haciendo nuestro alumno. Esto como maestra te llena, puesto que ves la evolución que va teniendo, que al fin y al cabo es lo que da sentido a nuestra profesión. Puede que cualquier persona no vea una gran evolución en el trabajo, pero para nosotros, cualquier pequeño avance
(ya sea conseguir estirar una sábana, pelar una fruta o seguir los pasos de una canción) es todo un logro.
Pero con el paso de los días nos dimos cuenta de que podíamos hacer un poquito más. ¿por qué no, en lugar de enviar un documento escrito que la madre debía leerse y luego explicarle, realizábamos pequeños vídeos directamente para él? Al fin y al cabo, la mayoría de tareas que estábamos mandando las hacíamos también nosotras en casa ¿Quién no ha hecho la cama, cocinado un bizcocho, realizado algún baile con un video de youtube… en este confinamiento?
Manos a la obra. De edición de videos unos sabemos más que otros, pero ¿para qué están los compañeros? Entre todos realizamos verdaderos reportajes que nos ayudaron a aprender el uso de diferentes tipos de programas.
Con esto ya, nos inspiramos y decidimos entre todos hacer vídeos bailando, cantando, leyendo un cuento por el Día del Libro o hacer manualidades por el día de San Isidro. Para nuestro cole de educación especial estos días son muy simbólicos y ya que no podíamos celebrarlo juntos, qué mejor que sacar una super sonrisa a nuestro chico y que pasara un rato agradable viéndonos.
Últimas semanas: el cansancio.
Los días pasaban y cada día nuestro chico y su la familia estaban más cansados. ¿Tiene sentido todo esto?
Está claro que para nuestro alumno es muy importante seguir siempre la rutina y cada día aprender un poquito más, ya que de lo contrario podemos retroceder en el proceso. Pero, ¿llega a ser funcional desde casa pese a todos los esfuerzos?
La madre como la campeona que es nos hacía caso en todo lo que le proponíamos y utilizaba todo el material que tenía por casa para preparar cada una de las tareas (arroz y un yogurt vacío para hacer una maraca, garbanzos pintados con rotulador para clasificarlos, rollos de papel higiénico para formar construcciones…). ¿Era suficiente? ¿Qué más podíamos ofrecerle?
Nuevamente hicimos uso de las nuevas tecnologías y decidimos realizar videollamadas con ella y su hijo. Anteriormente, cada semana la llamábamos por teléfono al menos 2 o 3 veces para comprobar su estado de ánimo y por si tenía alguna duda, ¿pero por qué no videollamadas que nos permitieran trabajar directamente con el alumno? Y así fue, preparamos diferentes dinámicas para trabajar con los diferentes especialistas. La fisioterapeuta preparó una oca en la que en cada casilla debías hacer un ejercicio de los que suele hacer con el alumno, la maestra de música preparó un juego de discriminación auditiva con instrumentos, nosotras preparamos una dinámica de memorización de colores… (¡Cuánto juego nos ha dado esta ventanita digital!)
El alumno, su familia y nosotras disfrutamos estas últimas semanas muchísimo ya que, a pesar de estar en casa y de la situación que estábamos viviendo, fueron momentos de conexión entre todos nosotros y de olvidarnos de que estábamos a través de una ventanita virtual.
Han sido momentos complicados, de reinventarnos y de necesitar mucha colaboración de las familias. Nuestra educación en el colegio de educación especial es difícil desde la distancia, ya que no “mandamos deberes” o damos una clase y resolvemos dudas. Pero nos quedamos con lo positivo: la creatividad que hemos tenido que explotar, el aprendizaje y la mejora con las nuevas tecnologías y el vínculo tan fuerte que hemos establecido con cada una de las familias. Gracias.
Irene García Escribano
Si tiene interés en participar en el Certamen puede acceder a la información pinchando AQUÍ