La adquisición de la lectoescritura es un tema que nos preocupa muy a menudo como familias, saber si nuestros hijos/as conseguirán su adquisición o al menos un pequeño dominio.
Previo al proceso “formal” de aprendizaje de la lecto-escritura se encuentra un enfoque que ha tomado valor las últimas décadas llamado “alfabetización emergente”. A grandes rasgos, este considera un conjunto de habilidades, conocimientos y actitudes que surgen mucho antes del manejo convencional de la lectura y escritura. Como bien dice el término, estas habilidades emergen del niño/a desarrollándose en mayor o menor medida según sus experiencias, oportunidades y exposición a estas. A veces es necesario que este proceso sea apoyado, como puede ocurrir en personas con TEA.
Los niños y niñas se desarrollan en un entorno con distintos modelos de lenguaje, lectura y escritura. Cuando acaban de nacer, se presentan diversas oportunidades donde participar en intercambios comunicativos y observan lo que se encuentra a su alrededor, observan cómo escriben, el sonido del teclado, las teclas, los móviles… Por otro lado, cuando esto ocurre se encuentran los adultos que también tratan de ofrecer oportunidades para experimentar.
Karen Erickson y David Koppenhaver, escritores del libro “Comprehensive Literacy for All: Teaching Students with Significant” consideran que, aunque en el momento no sepan decodificar las letras en sonidos o hacer una letra, ya han iniciado parte de este proceso. Del mismo modo también podemos hablar de lectura y escritura emergente. Se debe matizar, que cuando hablamos de lectura y escritura encontramos varias habilidades y variables implicadas: vocabulario, comprensión de historias, comprensión de la letra impresa, conciencia del sonido, etc.
Tras este pequeño marco teórico vamos a la práctica. ¿Cómo podemos aplicar todo esto en el día a día? Coge papel y boli que allá vamos con unas pequeñas estrategias.
En el caso de los peques, y de todas las edades en general, los cuentos van a ser nuestros mejores aliados. Nos van a ayudar a compartir, porque nuestro peque también debe participar. Según el niño/a, y según el desarrollo del lenguaje, podría haber sonidos, gestos, palabras o frases completas.
Una vez que tengamos esto claro, tenemos que elegir un cuento, un cuento que sea de interés para el/la peque y de acuerdo con su edad. Según la edad puede elegirlo el/ella. Y… a continuación….
- Damos oportunidades: ¿Cómo? Tras nuestra participación, esperamos antes de pasar a otra página para que el niño/a tenga la oportunidad de interaccionar. Vamos a esperar a generar una respuesta, un turno… De esta manera le hacemos participe y no solo un mero espectador. Además, también nos sirve para saber qué es lo que más le gusta del cuento, si son las letras, los dibujos… o incluso, en el caso de no haber una verbalización, dónde ha señalado o dónde dirigió su mirada. Tenemos que ser los ojos que todo lo ven.
- Respuesta: Después de esta interacción, del tipo que sea, nosotros reforzamos ese Podemos decir “¡oh un perro!”, dirigirnos a donde señaló o miró. Como buenos observadores que seremos, debemos tener cuidado y tratar de conectar con el momento y no convertirlo en un interrogatorio avasallando a preguntas. ¿Por qué? Porque alguna pregunta puntual está bien, pero solo permiten respuestas de si/no que acaban con la conversación. Y si las usamos, sin abusar, preferiblemente que sean pocas, que pueda comprender el niño/a, y creando un poco de expectación.
- Repetir: Nos toca esperar. Tras dar nuestra respuesta, vamos a esperar a ver si hay otra interacción. Damos otra oportunidad. Es la clave para hacerles partícipes, de comprender la historia y de sus intereses…Cada vez más. ¿Qué hacemos si nuestro peque se distrae del cuento? Podemos volver a reconducirle repitiendo lo anterior o buscar algo que sepamos que le guste, para volver a dar esa oportunidad. Incluso podemos ofrecer la alternativa de si quiere finalizar el cuento.
Además, como mencionamos en artículos anteriores, nuestro lenguaje también es muy importante ¿qué trucos podemos usar? ¡Apunta, apunta!
- Entonación: Cuando son peques, podemos jugar con nuestra entonación. “¡¡¡¡Halaaaa, un perro!!!!”
- Gestos: acompañamos nuestra entonación realizando gestos fáciles y visuales. Aporta información a nuestra palabra y favorecemos la imitación.
- Expectación: Generar curiosidad aporta ganas de saber más, emoción, y de crear mayores intercambios comunicativos y de interacción.
Con estas pequeñas estrategias, ¡estamos listos para comenzar!
Mariela del Carmen Martín Gómez.
Logopeda del Programa Mejora
Artículo elaborado en el marco del Programa Mejora: un proyecto colaborativo de intervenciones terapéuticas para menores con TEA que la Fundación Mutua Madrileña y Federación Autismo Madrid llevan a cabo en la Comunidad de Madrid.
Más información sobre el Programa Mejora en colaboración con Fundación Mutua Madrileña.