Después de varios días típicos de invierno, nublados, lluviosos y fríos, por fin salió el sol. Estaba tan linda la tarde que sin dudarlo lo animé a Esteban para que fuera a jugar al patio.
Enseguida aceptó la invitación. Salió y comenzó a juntar las ramitas caídas de los árboles que tanto le gustan.
Su hermana y yo permanecimos adentro. Celes mirando vídeos en la computadora y yo terminando de lavar los platos del almuerzo. Desde la ventana observaba como Esteban daba vueltas por el patio. De pronto sentí sólo silencio y con un extraño presentimiento me asomé a ver que estaba haciendo. Pero él ya no estaba ahí. Aunque pequeño, revisé todo el lugar tratando de encontrarlo en algún rincón. Corriendo fui hasta la puerta que daba a la calle y con horror comprobé que estaba abierta. Yo no le puse llave y Esteban aprendió a correr las trabas de seguridad. Celes corrió detrás de mí. Sus lágrimas me confirmaban que su hermano se había ido.
Mis gritos llamándolo causaron que varios vecinos se asomaran curiosos. Yo iba y venía repitiendo: “Esteban se fue, Esteban no está”.
Llegué a la esquina y le pregunté a un señor que esperaba el colectivo si no había visto pasar a un nene con campera azul, pero me contestó que no. Varios vecinos y algunos familiares que viven cerca se dispusieron a ayudarme. Celes y yo decidimos dar una vuelta en el auto para encontrarlo. Con el corazón a mil y la mirada perdida lo buscamos por los alrededores de nuestro barrio sin éxito y temiendo chocar volvimos a casa. Pero Esteban no había regresado. Paralizada en el medio de la calle sin saber que hacer escuché que mi sobrino me gritaba: “tranquila tía, ya lo encontramos? Esteban está volviendo de la mano con mi mamá”. Al verlo comencé a llorar. Increíblemente no estaba angustiada, ni asustada, ni enojada. Estaba feliz de verlo sano y salvo, porque en mi interior sabía que Esteban había cruzado la calle y que Alguien lo protegió. Su tía me pedía que no llore, que lo estaba asustando. Y entonces comprendí. Sus ojos brillaban de alegría. ? ¿Dónde fuiste Esteban? ? A caminar solito. Ya soy grande. Es lindo caminar solito.
Siempre soñé con su independencia. Siempre le insistimos para que se ponga el pantalón él sólo porque ya es grande? que se lave las manos y los dientes él sólo, porque es grande, que corte la comida con el cuchillo porque él puede sólo….Y así prepararlo para su futuro. Para cuando mamá y papá ya no estemos. Pero nadie me dijo que el futuro había comenzado ayer. Entonces caí en la cuenta de la pregunta que le formulé al señor que esperaba el colectivo.
¿Ha visto pasar a un “nene” con campera azul? Quizás este hombre sí lo vio, pero no a un niño, sino a un adolescente alto y fornido caminando plácidamente en una tarde de sol.
- Título: «Tarde de sol»
- Autora: Ángeles De Cristófano