Recuerdo cuando estaba embarazada, recuerdo la enorme ilusión proyectando todo el futuro de mi hija…
Pensaba cómo sería físicamente, en su carácter, sus capacidades, sus gustos, incluso a veces pensaba: «ojalá le guste el ballet o la música clásica»; algo que a mi tanto me gustaba. También pensaba ¿qué le gustará estudiar?, ¿a qué colegio la llevaría?, ¿qué actividades extraescolares serían buenas para ella?
Cuando nació pensaba cómo iba a enseñarle todo lo que pudiese sobre la vida.
A los dieciocho meses le diagnosticaron autismo.
Dejé de pensar y empecé a sentir.
Empecé a sentir enormes contradicciones en el momento del diagnóstico: sentí como se centrifugaron todos mis pensamientos y proyecciones de tener una hija a mi imagen y semejanza. Comenzó una concatenación de sentimientos: primero negación. Después rabia en la medida que iba aceptando, seguido por tristeza, enorme tristeza. En la siguiente fase de aceptación en la que fui capaz de comprender su autismo sentí ¡una gran incomprensión del mundo!. Rabia con el mundo por no comprender…
Sentimientos que con el tiempo fueron cambiando, la tristeza se convirtió en alegría, en el momento que me di cuenta que sufría por mi y no por ella. Pues ella era muy feliz con las facilidades de integración que pudimos darle, a partir de aceptar su discapacidad en la comunicación e interacción social. El camino de la aceptación de la realidad es difícil, es difícil ni negar ni caer en el victimismo, en la autocompasión. Pero siento que pudiendo aceptar su discapacidad, podemos darle todos los elementos a nuestro alcance para que pueda desarrollar la cantidad de capacidades que la hacen feliz.
El pensamiento de poder enseñarle todo lo que pudiese en la vida, se tornó en aprendizaje…aprendiendo de ella….
Aprendizaje para vivir el momento sin proyectar el futuro en la medida de lo posible. Aprendí que se puede ser feliz siendo diferente. Aprendí a tener capacidad de felicidad. Aprendí de su capacidad de esfuerzo por conseguir comunicarse.
Se esfumó mi idea de que las personas con autismo están «en su mundo»: entendí que están en nuestro mundo con intensas ganas de interactuar, comunicar y superar su discapacidad. Capacidad de esfuerzo por conseguirlo. Nunca he vistoa nadie tan feliz de conseguir comunicarse, sonrisa que cala en el alma.
Todo ello me llevó un tiempo, no se aprende en un día a no ser rígida, cuadriculada y comprender que ella no tenía que ser a mi imagen y semejanza para vivir feliz. Se puede ser diferente y muy feliz.
Recuerdo cuando me sorprendía cómo colocaba en fila sus patitos: la miraba sorprendida y seguía de largo. Hasta que un día sin darme cuenta al caminar destrocé su esmerada fila y dijo¡ ay ay ay!, con sentimiento. Desde ese momento empecé a felicitarla por sus esmeradas filas, como se felicita a un niño con su primer garabato ¿por qué no? y ella empezó a mirarme sorprendida; mostraba interés en mi alegría. Un día di un paso más allá y descoloqué su fila hacia otro sentido: le encantó y colocó todos los muñecos en la posición que yo había elegido, nos miramos y sonreímos, la abracé, fuimos tan felices con un gesto tan sencillo. Recuerdo que me daba miedo invadirla y su sentimiento era todo lo contrario, ¡felicidad porque jugase con ella en ese juego tan diferente para mi!. Al día siguiente vino ella mientras yo estaba absorta y de manera consciente en «mi mundo» frente al ordenador y me trajo dos muñequitos sacándome de mi ensimismamiento para ir a jugar con ella a colocar los muñequitos. ¿Quién no interactuaba?. Me di cuenta de que era yo quien no comprendía su juego y que era ella quien sí quería jugar conmigo.
También con el tiempo cambió mi sentimiento de rabia con el mundo por no comprender.
Empecé a entender que la gente no comprende no por desinterés sino por cierto miedo a no saber cómo reaccionar por falta de información: miedo a herir, a no decir lo adecuado. Aprendí a explicar y comencé a sentir comprensión, interés empatía.
Me di cuenta que todo es más sencillo cuando un día una madre cuyo hijo era compañero de clase de ella en la escuela infantil, me contó que para reyes había pedido una niña sentada en una trona: era como ella que comía a los tres años pues le costaba mucho sentarse en una sillita. Nos emocionó tanto a sus padres y a mi…¡todos sus compañeros la cuidaban tanto!, ¡ella tan feliz!
Tanto que aprender de los niños, tantos prejuicios que desaprender…
Era tan feliz como desde el curso pasado que entró en un colegio de educación especial específico en autismo con todas sus necesidades cubiertas. Pues en su caso necesita atención especial, al ser más mayor y muy dependiente, necesita atención específica y al recibirla es feliz.
¿Llegará el día que todo este despliegue de medios de los colegios específicos para personas con alto grado de dependencia puedan ser integrados en la educación habitual? Ojalá.
Ella tiene cinco años, me es inevitable preguntarme si su futuro como adulta, podrá continuar siendo tan bonito. Me es inevitable angustiarme en ciertos momentos sabiendo que ella tiene la capacidad para seguir avanzando y seguir desarrollando su preciosa felicidad. Me es inevitable pensar en ello porque la sociedad no está adaptada para darle todo lo que ella necesita para poder integrarse como adulta. Sólo oigo hablar deniños con autismo o de adultos con autismo y altas capacidades.
Pero existe otra realidad también: la de los adultos con autismo dependientes. La incertidumbre sobre si será o no independiente es un hecho: pues no depende sólo de nosotros y que le ofrezcamos todos los medios necesarios para su desarrollo, también depende del grado de autismo. Tal cual está ahora estructurada la sociedad cuando yo no esté ¿qué pasará con ella? ¿Qué pasa con los adultos con discapacidad que ahora no son independientes?
Ojalá el punto de inflexión de la sociedad esté en el corazón como la curva sinuosa que ella hizo y fotografié. Ojalá comencemos a tener la sensibilidad y capacidad de integración que tienen los niños para que todos puedan ser felices, para que se les de la infraestructura necesaria para seguir su camino, ojalá se les de la oportunidad…
Título: «El punto de inflexión está en el corazón»
Autora: Carola Méndez
Hola, con que claridad lo explicas De fácil lectura
Me gusta Enhorabuena
Querida Carola, me gusta mucho como escribes y el contenido de lo que has escrito. Pienso que debe de ser muy bueno para todo el mundo enterarse de los que sientes y piensas que es muy sabio. Me encantaría que siguieras escribiendo no sólo por lo que supone para tí sino para nosotros los que te queremos para comprender los caminos que vas eligiendo acorde con tus sentimientos. También para la gente en general porque leyéndote, aprenden a situarse frente a este asunto tan complejo. En dos palabras, sensibilidad e inteligencia creo que caracterizan tus escritos. Beso grande, Noël.
Hola Carola, debe ser el destino… o mas bien tus palabras las q me han hecho decidir a que quiero dedicar mis horas de voluntariado. Mañana acabo un curso de voluntariado de la comunidad de Madrid y estaba perdida, pero casualidad que mñn en la ultima jornada viene la federacion de autismo a contarnos su labor y hoy leo tu carta en FB… ¡Ahora lo tengo claro! Gracias por este relato, porque ahora tengo claro que quiero colaborar con personas con autismo y mostrar a la sociedad esta realidad. Gracias
Que impresionantemente claro logras contar algo tan intenso y confuso. Te felicito!
Que estupendo relato de sentimiento Carola, ojalá que se consiga ese punto de inflexión, ese punto que se necesita más que nunca en una sociedad que cada día es más inaccesible, a veces me pregunto «¿Quien está en su mundo?» .
Besos
Carola eres una gran mujer. Bravo. Un beso.
Querida Carola,
Que bonito relato. La capacidad de felicidad, me encanta! Explicas tan bien el proceso y la evolución, que es asimilable para otras discapacidades diversas al autismo.
No imaginas la importancia para nosotros de que nuestro hijo pidiera esa «niña en una trona» así, pudimos apreciar la sensibilidad de un niño 2 años y nos fue de lo más didáctico para hablarle a ese pequeño de su hermano mayor también con discapacidad. En realidad fue como un círculo mágico de comprensión y empatía. Un nexo de unión entre esas dos familias a través de un juguete.
Gracias por lo que has escrito, has mejorado un poquito este mundo. El cambio siempre está en cada uno de nosotros.
Mi mejor abrazo para las dos.
Elsa
Que real y sabio lo que has escrito,me identifico.
Has plasmado a la perfección los sentimientos de muchos padres de niños con autismo . Enhorabuena y sigue adelante
Que maravilloso relato del sentimiento de una madre que esta sociedad con ese punto de inflexión llegue a comprender.
Carola, preciosas palabras cargadas de sentimiento y realidad. Ojala y asi deseo q sea q la sociedad se quite su venda de los ojos y sea capaz de ver mas alla y comprender la realidad de todas las personas y q seamos capaces de comprender y empatizar ayundando asi a que todas las personas esten integradas y puedan ser felices. De corazon.