«Jaime, nuestro protagonista, tenía diagnosticado TEA desde los 3 añitos y junto con Isabel su hermana mayor, fueron prohijados por su padrino Carlos». Así comienza la historia de «Jaime e Isabel», un relato de superación cargado de optimismo.

 

«Jaime e Isabel» – Cuéntame el Autismo

Jaime, nuestro protagonista, tenía diagnosticado TEA desde los 3 añitos y junto con Isabel su hermana mayor, fueron prohijados por su padrino Carlos. Un enjuto solterón dotado de un fino sentido del humor y generoso con todo el mundo. Un ser de luz. Era ingeniero formado en el MIT (EE.UU). Acababa de pre jubilarse de la corporación transnacional líder en el sector energético, donde llegó a ocupar puestos en la dirección de la filial en Brasil.

El shock de los hermanos al perder a sus padres en un trágico accidente fue inenarrable. El hecho había sucedido el 20 de agosto del 2008, cuando Jaime cumplía seis años. Los enigmas de la vida. La sensación que  tuvo Carlos al conocer la noticia fue de incredulidad. No aceptaba la tragedia de esos dos chiquillos que ya habían sufrido y luchado bastante por los múltiples problemas. El proceso de duelo fue largo y durísimo.

El primer encuentro con su tío, en la casa sin sus padres, encogía el corazón a cualquier criatura. Ellos en un rincón de la sala de pie, juntos, inertes, y agarrados por las manos con los ojos llorosos cansados de tantas lágrimas derramadas. Sus ingenuas miradas impactaron en el corazón de Carlos. Se fundieron todos en un abrazo lleno de ternura, dolor y amor sin límites.

Isabel, con voz entrecortada dijo:

-Abrázanos y no te dejaremos ir-  Carlos ni dudo un segundo en contestar:

-Quiero gastar mi vida junto a vosotros-

Durante sus primeros años, estos niños huérfanos tuvieron la  inmensa suerte de poder contar con su tío, asesorado por un equipo de especialistas que hicieron un excelente trabajo. El proceso fue largo, paso a paso, con idas y venidas. Desiguales éxitos y desencuentros. De la noche a la mañana Carlos se encontró con una realidad absolutamente desconocida para él. Pero a esta dificultad se añadía la urgencia del caso dadas las trágicas circunstancias. ¿Educación especial o inclusiva? ¿Separar a los hermanos o no en su formación?

Otra incógnita a resolver dentro de este universo residía, en cómo debía personalmente actuar, de tal forma que la nueva convivencia fuera asumible por todos. Desde luego la política de castigos con Jaime era impensable, porque no serviría de ayuda en ningún caso. No sería obedecida por el pequeño. Muy consciente de ello fue descartada de entrada, aunque carecía de todo tipo de conocimiento sobre la forma de hacer frente a los comportamientos de Jaime.

Como ingeniero estaba acostumbrado a innovar, imaginar soluciones, y crear respuestas en consonancia con los innumerables problemas que a lo largo de la ejecución de las obras sucedían, hasta los riesgos imprevisibles. El ingenio de los ingenieros, naturalmente tuvo sus efectos positivos. Carlos observó cierto paralelismo con el nuevo panorama que tenía ahora entre sus manos y el corazón. Sentimientos, emociones…VIDAS.

Oyó el latir de esas indefensas criaturas y decidió unir para siempre también los suyos a Jaime e Isabel. Así fue.

Se puso en marcha sin más. Conocía que la atención y concentración eran requisitos indispensables para todo aprendizaje, y lo iba a necesitar con sello de urgencia. Devoraba las publicaciones sobre el TEA, se apuntó a un par de asociaciones especializadas en el tema. Participaba activamente en reuniones, aprendió técnicas concretas. Se convenció que el apoyo profesional y afectivo para crecer él y su nueva familia, se basaba en el fruto del trabajo constante en equipo.

– Es en realidad cuando ese trabajo se transforma por el amor en un don- La naturaleza nunca desiste lo tenía comprobado y, ahora, lo estaba viviendo intensamente en primera persona. ¡Quién se lo iba a decir! Día a día los hermanos comenzaron a interactuar en sus juegos y deportes. Lentamente el progreso en sus relaciones interpersonales fue mejorando gracias al tándem escuela y familia. Indispensable.

Otro tema prioritario fue elegir el tipo de formación. Dudas todas. Traspasar el umbral de las buenas intenciones y encarar la tarea diaria que diera respuesta a esas necesidades de capacitación, eran claves. El verdadero reto de un centro educativo pasaba por dar solución al conjunto de necesidades requeridas por los niños, dotándoles de ciertas habilidades para mejorar la calidad de vida de las criaturas y de su propia familia. Al final como la niebla al mediodía en un día de calor, las dudas se disiparon, y se hizo la luz.

En el trato diario con Jaime se dio cuenta que extrañamente poseía ciertas destrezas y excepcional interés por la interpretación. Actuaba con gran motivación y entusiasmo produciendo un subidón de autoestima y seguridad. Esto unido a los halagos y refuerzos positivos, hizo cristalizar como resultado una cierta predisposición para ejecutar cualquiera actividad que se le pidiera, porque era un estímulo gratificante para él. Funcionó.

Poco a poco el dilema inicial entre educación especial, separando a los hermanos, o inclusiva, integrándolo con los demás alumnos, eso sí, con una atención diversificada, se solucionó convenientemente. El objetivo, lograr el bienestar físico, psíquico, emocional, y social de sus nuevos hijos. Las terapias aplicadas por los expertos comenzaban a rendir sus frutos.

Actualmente Carlos está casado con una neuróloga experta en Trastornos del Espectro Autista, cuestión que sin duda facilitó el éxito en la convivencia de la nueva familia. Ya son 4,5 personas, porque la doctora Beatriz está felizmente embarazada de seis meses. El gozoso acontecimiento se espera sobre el 20 de enero. ¡Enhorabuena familia!


 

Jose Luis Roca Aymar

VIII Cuéntame el Autismo 

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