En Madrid, lunes 26 de junio de 2023 a las 18.00 horas, en la sala polivalente se reúnen los residentes del módulo III para tratar el siguiente orden del día:
– Pizza todos los viernes.
– Cuadrante para regar las plantas de interior.
– Cambio de día de piscina.
– Ocio: cine.

Preside la reunión Juana Mari. Terapeuta ocupacional de este módulo desde hace más de diez años y extremadamente sensible. Con gran experiencia en TEA, es madre de un niño de cuatro años
diagnosticado de autismo hace sólo dos. En ese momento, ella misma decidió someterse a las pruebas diagnósticas confirmando lo que sospechaba desde su adolescencia. TEA. Al no haber problemas de habla ni de conducta, ni comportamientos obsesivos, tan sólo problemas de interacción social en una mujer con expediente académico inigualable, su diagnóstico ha sido muy tardío. Su hijo le recuerda mucho a ella, excepto en el escapismo. El pequeño tiene que estar siempre bajo la atenta mirada de su entorno ya que esa cualidad ha provocado grandes sustos en más de una ocasión. Ver un perro hace que vaya directo hacia él. No importa si está en la otra acera y el semáforo no indica el color verde peatonal.

Asiste a la reunión Fede, el más joven del grupo. Treinta y cinco años. Con autismo severo no verbal necesita los apoyos de un asistente. Desde que es residente de este módulo le acompaña Mario en ese trabajo. Forman un buen tándem. Mario ha colocado delante de Fede los pictos de piscina, pizza, riego de plantas y cine. Fede agarra fuertemente con sus manos el rectángulo plastificado con el dibujo de un trozo de pizza. Empezaremos el orden del día por ese punto al objeto de disminuir al máximo su ansiedad y a sabiendas de que Fede es el principal interesado en este tema. Fede ha disminuido esa ansiedad desde que ingresó en este módulo. Quizás haya tenido mucho que ver la estabilidad que aquí se le proporciona. Hasta su ingreso tuvo desde los ocho años que acostumbrarse a dos casas, dos habitaciones, vacaciones en la playa y en la montaña. La separación y divorcio contencioso de sus padres supuso para él un gran reto al tener que aprender además esa vida nómada. Hace ya un par de meses que Fede no tiene una crisis. La última terminó teniendo que llevar un casco en su cabeza para protegerse de los golpes repentinos contra la pared en momentos esporádicos del día.

A la derecha de Mario está sentada María. Con cincuenta y cinco años de edad, con TEA y una discapacidad intelectual ligera. De sobras es sabido que María ha querido ser madre siempre, pero su deseo se vio frustrado cuando al cumplir dieciocho años su progenitora, con la intención de proteger a su hija, la condujo hasta el hospital donde el ginecólogo le realizó una ligadura de trompas con el consentimiento de María, obtenido ya bajo los efectos de la anestesia. María oculta desde entonces su cicatriz en el vientre con bañador o pareos cuando va a la piscina.

Enfrente de María se encuentra Antonio. María y Antonio son pareja. Éste tiene cincuenta años. No tiene TEA. Sólo una discapacidad ligera. Está huérfano desde hace quince años tras fallecer sus padres de manera repentina en accidente de tráfico. Primero fue tutelado. Después vinieron las residencias. Ha estado en otras pero hace unos años recaló en ésta y en el módulo III. Sus continuos problemas de memoria temporal obligaron a hacer de él un seguimiento mayor. Un centro empapelado con pictos le ayuda a tener un nivel de autonomía medio alto dentro de su grado de dependencia. Está contento porque se ha adaptado perfectamente. María tiene mucho que ver en ello.

Los otros dos residentes son Carmen y Luis.

Respecto de Carmen deciros que es la más longeva del grupo. Recientemente asistió a un congreso en el que se le homenajea por ser la persona con autismo mayor de todo el país. Para la ocasión vistió sus mejores galas y fue acompañada por su hermana y por Juana Mari. Su hermana explicó a los asistentes lo duro que había sido para sus padres criar a esa hija, el abandono de la escolarización por la misma a una muy temprana edad, las escasas ayudas que entonces recibieron, el internamiento inadecuado que sufrió desde joven, las consecuencias de los medicamentos expedidos y administrados por si mejoraban sus síntomas y finalmente la paz que este centro había supuesto para ella. Carmen acudía hoy asistida por Juana Mari con la intención de clavar en su cabeza los días de la semana que le tocaba regar las plantas. El cuadrante señalaba su nombre debajo del círculo amarillo y el triángulo azul. Para ella las plantas eran su afición, su centro de interés. Probablemente también el recuerdo de ese pasado suyo desde niña junto a sus padres, en el jardín con sus flores.

En cuanto a Luis, de cuarenta y seis años, es el más charlatán del grupo. Con autismo verbal desde muy pequeño sus intereses se centraron en los números y el conteo. Antes de irse a dormir repite tres veces la suma resultante de contar todas las cifras impares con las que se ha cruzado a lo largo de la jornada. Así todos los días de su vida. Un juego matemático. Le entretiene contar desde el número de uvas que se sirven en el comedor cuando toca ese postre hasta el número de luces que se observan desde su ventana al anochecer. Desde que ingresó en el módulo III y gracias a la ayuda de los terapeutas ha desaparecido su interés por arrojar desde la ventana objetos que ocasionen ruido al estrellarse y romperse en miles de añicos. Su preferencia: la vajilla. Ha ayudado mucho que el módulo III se desarrolle todo él en planta baja y que la vajilla que se le haya asignado sea desechable. Luis y María son los únicos residentes que tienen un trabajo. Salen de la residencia cada día para llevar a cabo una ocupación laboral.

En el caso de Luis, ficha como cualquier otro trabajador en el polideportivo de la zona. Es el recogepelotas de las pistas de tenis. Los pequeños alevines que se entrenan allí cada día diseminan las bolas por las pistas y fuera de ellas. Luis se encarga de recogerlas, contarlas y dejarlas colocadas para ser usadas por la siguiente tanda de principiantes.

María coge el metro cada día. Con un grado de autonomía alto, con sus cascos en la cabeza y escuchando música ochentera llega hasta la empresa de catering instalada cerca del aeropuerto y que prepara ensaladas en bandejas para ser conducidas a diversas aerolíneas que operan en el país. Desde la nave en la que realiza los trabajos observa cada día la llegada de los pequeños al centro de atención temprana situado enfrente. María cree que en el futuro alguno será residente del módulo III.

Acabada la reunión y tras las intensas deliberaciones, todos están satisfechos porque habrá pizza todos los viernes en la cena, y no sólo una vez al mes. La piscina será los jueves en vez de los martes. Las plantas de interior serán regadas por cada uno según el cuadrante, respetando el riguroso orden para que no sufran un riego excesivo que acabe marchitándolas y alterando a Carmen y al cine adaptado irán dos veces al mes, y no una como hasta ahora, toda vez que más cines se han sumado a la iniciativa de adaptar alguna de sus salas a este colectivo.
Se da por concluida esta sesión en el módulo III. 

 

MªÁngeles Alcantarilla

 

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