¿Cuánto dura un ratito? ¿A cuántos minutos equivale un “espera”? ¿Cuánto tiempo dura un “luego te lo doy”?

Este tipo de situaciones tan cotidianas pueden suponer un enorme desafío para una persona con Trastorno del Espectro Autista y pueden resultar difíciles de manejar para sus familias o personas de apoyo.

A través de este artículo intentaremos ver qué hay detrás de la gestión de las esperas y cómo podemos hacerlas más llevaderas.

En nuestro lenguaje habitual estamos muy acostumbrados a utilizar distintas palabras que nos ayudan a estimar la duración de las cosas. Es cierto que dependiendo de la zona en la que nos encontremos estas duraciones y denominaciones varían. No es lo mismo “una mijilla” en Sevilla que “un poquino” en Cáceres. Además, dentro del uso social del lenguaje sabemos que no son medidas exactas y que hay más señales del entorno que nos van a ayudar a saber si esa conversación de mi madre con la vecina se va a alargar más de la cuenta. Por ejemplo: mis experiencias previas, el tema de conversación, la postura de mi madre en la conversación, etc.

Podemos ir viendo poco a poco toda la carga social que tiene el saber esperar. Para las personas con Autismo, estas pequeñas situaciones sociales pueden suponer una enorme fuente de malestar y un desafío constante en su día a día.

Por suerte, tenemos metodologías en T.E.A. que nos ayudan a hacer tangible lo intangible y a poder visualizar conceptos abstractos como es el paso del tiempo. Una de estas metodologías es TEACCH. A través del uso de apoyos visuales podemos visualizar el tiempo. Uno de los materiales más utilizados son el uso de Relojes Visuales. Existen una amplia variedad de opciones a utilizar y muchas de ellas están más al alcance de lo que imaginamos. Desde aplicaciones móviles hasta nuestro reloj de la cocina, ese que nos ayuda a que no se nos pase el arroz pueden servirnos.

Los relojes visuales son dispositivos que no hacen uso del sistema numérico para contabilizar el tiempo, sino que podemos ver en la pantalla cómo avanza un personaje o cómo aparece o desaparece un color. De esta forma la persona puede ver de forma estable y visual el tiempo que falta para acceder a una actividad (p.ej.: entrar al cine) o conocer la duración de una tarea.

¿Cómo podemos incorporar su uso? Podemos empezar por ver diferentes opciones de relojes visuales (p.ej.: una búsqueda rápida en tu móvil con las palabras “reloj visual” o “reloj autismo” puede ayudarte), elegir el que más se ajuste y empezar por actividades breves y agradables. Poco a poco podremos ir generalizando su uso a actividades más neutras o incluso que supongan un desafío (p.ej.: cuánto dura un corte de pelo). Es importante que no se asocie el uso del reloj solo a momentos que suponen más malestar y que se comprenda que es una herramienta de apoyo que tiene muchísimos usos.

Este proceso de aprendizaje puede ir adquiriéndose tanto de forma complementaria como de forma previa o posterior a medidas de apoyo como puede ser el uso de agendas.

 

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Paula Villena.
Neuropsicóloga y formadora de la Federación Autismo Madrid.

 

 

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