Los primeros años de vida son cruciales para la detección temprana y la intervención oportuna, ya que pueden marcar una gran diferencia en el desarrollo y el bienestar a largo plazo de los menores con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Cuanto antes se inicie la intervención, mayores serán las posibilidades de mejorar las habilidades de comunicación y reducir las dificultades asociadas al TEA.
Los signos de alerta en el desarrollo del lenguaje y la comunicación pueden ser indicadores tempranos de TEA. Algunos de estos signos pueden incluir:
- Dificultades en el desarrollo y uso del lenguaje. No balbucea ni emite sonidos en los primeros meses de vida, no responde a su nombre o muestra dificultades para comunicarse con gestos. Tiene dificultades para entender instrucciones simples, presenta ecolalias o carece de lenguaje expresivo.
- Ausencia de juego simbólico. No imita acciones ni utiliza objetos de manera imaginativa, como utilizar un coche para hacerlo rodar.
- Deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social. Muestra poco interés en interactuar con otras personas, anomalías en el contacto visual y lenguaje corporal, no responde a las emociones de los demás o presenta falta total de expresión facial y comunicación no verbal.
- Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades. Muestra inflexibilidad de rutinas, patrones ritualizados de comportamiento, intereses muy restringidos, hiper/hiporeactividad a los estímulos sensoriales o interés inhabitual por aspectos sensoriales del entorno.
Desde la intervención logopédica, se pueden trabajar estos signos de alerta gracias a la estimulación temprana, haciendo que la comunicación sea más funcional, fomentando el desarrollo de habilidades sociales, promoviendo el desarrollo de habilidades de comunicación, lenguaje e interacción social y dando apoyo a nivel familiar y escolar.
En conclusión, la intervención precoz desempeña un papel crucial y ofrece la oportunidad de implementar estrategias y terapias especializadas que se adaptan a las necesidades individuales de cada menor, mejorando sus habilidades comunicativas y sociales y aumentando las posibilidades de que alcancen su máximo potencial. Reconocer los signos de alerta en el desarrollo del lenguaje y la comunicación puede marcar un antes y un después en el desarrollo y la calidad de vida de las personas con TEA.
Irene Prieto, logopeda del Programa Mejora