Álvaro, mi principe, que nos trajo a un Reino Azul, donde no existe la maldad, donde se quiere sin pudores, sin mentiras, donde todo tiene la misma pureza que desprende su mirada, donde no hay fronteras, porque el amor hace desaparecer el mayor de los obstaculos. Por todo eso y más TE QUIERO MI AMOR.

MIRAR A MI HIJO SIN VER SU AUTISMO. Esa fue la primera “regla” cuando supe su diagnóstico, mirarle siempre y verle a él, a mi niño lindo y después ver lo demás.De otra manera, ¿cómo iba a conseguir que los demás lo hicieran?, ¿cómo  podría enfrentarme y superar las miradas juzgándome y juzgándole?

Otra de las “reglas” es ver más allá de la simple palabra, no quedarme en una descripción, en unos criterios cumplidos, en unos síntomas. Eso sólo es una milésima parte de él, no le define, no le describe, no es su TODO, es su CASI NADA, él es muchas otras cosas.
Un niño lo primero, cariñoso, dulce, precioso, juguetón, insistente, luchador,… CAPAZ DE TODO.
Le miro y veo a mi hijo, sus ojos, su linda cara, sus gestos, sus movimientos,… no me paro a pensar que lo provoca, son suyos y es él, eso es todo.
Ojalá, los demás de este mundo en el que está, al que pertenece, le vieran igual y no dejaran que una simple palabra les hiciera perderse lo excepcional que es.
Hemos aprendido a ver más allá de un color de piel, de unas creencias religiosas, pero todavía hay personas que no son capaces de mirar a alguien más allá de un diagnóstico.
Yo, soy capaz de inventar una nueva forma de vivir la vida, de disfrutarla, de transformar el día a día, de aprender “nuevos idiomas”. He adquirido un séptimo sentido, se eliminar todo imprevisto o convertirlo en previsto y hacerlo parte de una rutina, pero lo mejor es que he conseguido hacer de algo que para muchos seria una desgracia, la razón por la que me he vuelto  mejor persona, porque veo más allá. Nada es más importante que la felicidad de mi hijo, nada se pone por delante de eso y menos una simple palabra, en nuestro caso AUTISMO.
Te puede interesar...
Share This
Ir al contenido