Hoy, 27 de octubre, se celebra el Día Mundial de la Terapia Ocupacional y, desde la Federación Autismo Madrid queremos poner en valor la labor de los/as terapeutas ocupacionales que trabajan día a día para mejorar la calidad de vida de las personas con autismo.

Para saber más sobre el día a día de esta profesión, entrevistamos a Laura García, terapeuta ocupacional en distintos Colegios de Educación Especial en un proyecto que Federación Autismo Madrid desarrolla junto a la Fundación Mutua Madrileña: el Programa Mejora.

 

¿En qué consiste tu profesión?

La Terapia Ocupacional es una disciplina socio-sanitaria cuyo objetivo principal es conseguir la máxima independencia y autonomía en sus Actividades de la Vida Diaria (más adelante, AVD’s) de las personas con las que trabajamos.

Teniendo en cuenta el nivel de dependencia y autonomía en el que se encuentre la persona con la que trabajamos, fomentamos mayor nivel de independencia, para que pueda depender lo menos posible de la ayuda de terceras personas. O, si estamos en casos de mayor dependencia, fomentamos la máxima participación en sus tareas o actividades cotidianas, y enseñamos a los cuidadores hasta dónde pueden llega la persona por sí sola o donde necesitan su ayuda y cómo proporcionarles su ayuda, para favorecer la mayor participación de la persona (aunque por ejemplo, lo único que pueda sea coger la ropa y dársela a su cuidador).

Buscamos trabajar con actividades propositivas y significativas para las personas, que van encaminadas hacia el trabajo de las AVD’s. Con los niños, al ser su ocupación el juego, solemos abordar todo lo comentado anteriormente a partir del juego.

 

¿Dónde lo desarrollas?

 Acudo a tres Colegios de Educación Especial (Aucavi Getafe, Leo Kanner y Cepri) y a dos centros de tratamiento especializado (Qualis Vitae y Apama).

En cada lugar dispongo de sala y materiales para poder trabajar con los niños y niñas de manera más individualizada. Dependiendo del objetivo que se trabaje, también puedo trabajar con el entorno natural como, por ejemplo, en las aulas, en el baño o en los comedores, dependiendo de si tenemos que trabajar el manejo de los cubiertos, el agarre de los mismos, abordar dificultades de alimentación debido a dificultades sensoriales, el aseo personal, entre otras. Dependiendo de qué momentos, también se puede trabajar en el patio o, incluso, en el exterior para observar cómo se manejan en el entorno comunitario.

 

¿Cuál es tu trabajo diario?

Mi trabajo del día a día suelen ser sesiones de media hora en los colegios de Educación especial o 45 minutos en clínica. Dependiendo del objetivo, trabajo en la sala donde disponemos de materiales o en el entorno natural. Suelo preguntar a los profesores cómo se encuentran, si ha sucedido algo, para abordar al niño con un objetivo o con otro, o si previamente es necesario realizar actividades regulatorias u otras necesarias para que el niño pueda trabajar en la sesión de manera satisfactoria.

                                                                           

 

¿Qué tipo de ejercicios realizas en tus intervenciones?

Me gusta empezar las sesiones con movimientos más globales, trabajando más a nivel de motricidad gruesa, con circuitos, que haya movimiento, darle más protagonismo al sistema propioceptivo, ya que es un sistema regulador. Después, abordo objetivos tales como la motricidad fina, componentes de integración sensorial o trabajar con la AVD o actividad cotidiana que se está trabajando (por ejemplo, el abrochado de botones, vestido, aseo personal). Para terminar la sesión, suelo terminar con algo más motivante para el niño, como un juego que le gusta o, si puede elegir, que elija el objeto con el que jugar.

 

¿Cómo son esas experiencias con menores?

Son gratificantes a la vez que diferentes las sesiones con cada niño y con un punto de reto. Hay que tener muchas herramientas para cuando surge algún problema de conducta o incluso para mantener la motivación durante la sesión. Se tiene que tener muy claro y estructurado lo que se va a trabajar para ayudar a mantener un clima tranquilo de trabajo.

 

¿Qué es lo que más valoras de un colegio de educación especial?

Lo que más valoro es estar presente en uno de los entornos naturales de los niños donde pasan gran parte de su vida, en el colegio, poder trabajar conjuntamente con los profesores y otros profesionales, para trabajar de manera conjunta los objetivos y conseguir un desarrollo óptimo y funcional de los niños y adolescentes.

 

 

 

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