Fuente: blog: En mi familia hay autismo y mucho más
El verano es época de conseguir nuevos aprendizajes. Estamos menos estresados con los horarios, no hay colegio y el tiempo se puede emplear para diferentes actividades.

Vivimos en el mediterráneo, a pie de costa, y con estas temperaturas la actividad fundamental veraniega es la piscina o el mar.

A mi hija le gusta mucho estar en el agua, es muy relajante para ella, además de una actividad deportiva muy buena.

Pero hasta este año hemos tenido muchos problemas de tolerancia en la piscina y en el mar.

El primero:
El ruido. La piscina a la que vamos, es pequeña y siempre está llena de personas zambulléndose, gritando, hablando… el nivel de ruido es muy alto.

Cuando era pequeña no aguantaba mucho en la piscina, porque terminaba alejándose y replegándose en un rincón, al margen de juegos y lejos de los ruidos.

Era normal, bajar con mis dos hijos a la piscina y a partir de un rato, que o mi marido o yo subiéramos a casa con la niña mientras nos quedábamos con el niño un poco más de tiempo.

El segundo:
Salpicaduras. Gloria no soporta que el agua le toque la cara, es muy intolerante con esto. Cualquier mínima salpicadura terminaba con Gloria gritando y saliendo llorando de la piscina.
También por esto siempre quería usar manguitos para no meter la cabeza nunca en el agua.
En la playa, la situación similar.

De pequeña ir a la playa era lo más agotador que había, porque no se quedaba quieta en ningún sitio, y podía empeñarse en caminar en linea recta toda la playa, o bien subir y bajar las tablas de acceso… eso si no se obsesionaba con comer las piedras de la arena.
El año pasado hubo una gran mejoría en la playa, perdió el miedo a chapotear en las olas, y empezó a jugar de una manera más tranquila con la arena y los cubos y palas infantiles.
Actualmente podemos decir que la ida a la playa es «relativamente normal» y su actitud en la misma es muy adaptada, salvo por la costumbre que tiene de chuparse constantemente las manos saladas. Pero juega bien en la arena, accede a chapotear en el agua muy contenta, y no tiene ningún miedo en la playa (excepto a que haya medusas o que el oleaje sea fuerte). Ha aprendido en el cole los colores de las banderas: verde, amarillo o rojo. Y no se salta jamás la norma.

En la piscina hemos avanzado muchísimo este verano.
Gloria tiene una meta: ir con su primo al parque acuático y atreverse a tirarse del trampolín infantil.
Pero para conseguirlo sabía que debía superar el miedo a meter la cabeza debajo del agua.

El entrenamiento empezó en la bañera ya durante el invierno.

Pero este verano se ha completado el aprendizaje. Hemos podido apuntarla a un curso de natación y lo está siguiendo muy bien.

Le causa bastante estres, pero también mucha satisfacción porque se da cuenta que lo está consiguiendo. Pasa muchos nervios antes de ir, y sale exitosa y orgullosa de sus logros.

Todos sus compañeros del cursillo son más pequeños que ella, son niños de 3, 4, 5 años… pero ella se siente integrada con ellos como una más y se rie y disfruta con las actividades que le gustan a ellos.
Hacen burbujas, pasan por debajo de los churros de la piscina, dan patadas, pierden el miedo y se superan.
Hoy Gloria ya se ha iniciado a tirarse a través de un aro, para aprender a calcular los saltos.
Guarda los turnos, las colas, y sigue las indicaciones. Cuando no entiende alguna indicación, colocan a algún niño delante para que haga lo que ella no entiende, y ella lo repite después de verlo.
Asi se está soltando a nadar.

El curso es en una piscina muy grande, con calles. El grupo de iniciación está formado por 8 niños, hacen juegos, se salpican, juegan para ir perdiendo todos el miedo al agua. Gloria el año pasado no hubiera sido capaz de seguir este curso sin problemas de conducta, sin embargo este año está tolerando muy bien todos los aprendizajes y autocontrolando sus miedos.

En este sentido, también veo que el montar a caballo ha podido ayudar a ver que los retos se superan poco a poco. Sabe que los miedos pueden echarse fuera y después algo que te da mucho miedo puede convertirse en algo muy divertido. Esto también le está sirviendo a Diego. Dicen que montar a caballo te hace adicto a la adrenalina. Puede ser. La verdad es que Gloria se está haciendo muy valiente. Me imagino que después de subirte a un caballo la vida se ve de otra forma. No lo sé, nunca me he subido a ninguno.Os dejo una muestra de los avances. ¿Conseguirá tirarse por el tobogán del parque acuático? Lo sabremos muy pronto.

Te puede interesar...
Share This
Ir al contenido