Isabel Laguna publica en el Mundo Andalucía  un interesante reportaje «Olas contra el autismo», que por su interés  queremos publicar aquí de forma resumida:

El surf se ha convertido en una actividad dirigida a niños con TEA, con síndrome de Down, parálisis cerebral y otras afecciones neurológicas en una escuela de Cádiz que cada año experimenta cómo este deporte, entre olas y tablas, favorece especialmente el desarrollo físico, mental y social

La idea surgió hace unos seis años, cuando a Jesús Borrego y Ana Gonzalo se les ocurrió mezclar su trabajo, practicando terapias acuáticas en piscina, con su hobby, el surf; algo que tenían a mano viviendo en Cádiz, una de las zonas costeras españolas en las que más se practica este deporte.

Los excelentes resultados que tuvieron con su primer alumno, un niño con Autismo, les animaron a crear una escuela, SoloSurf, que ahora cuenta con casi un centenar de alumnos discapacitados, desde niños a adultos, que disfrutan de una actividad que, cogiendo olas, les ayuda a trabajar en aspectos como el equilibrio, la coordinación, la concentración, la atención, el afán de superación o cómo afrontar la frustración.

«A todos nos gusta el agua desde bebés y de eso nos aprovechamos nosotros para hacer esta actividad», explica a EFE Ana Gonzalo, mientras su compañero Jesús Borrego destaca cómo entre los numerosos beneficios psíquicos y físicos que se desarrollan con este trabajo, está el que a sus alumnos les ayuda a configurar su propia identidad.

La experiencia, que fue pionera en su momento, se ha extendido ahora a otros lugares del mundo y ha servido como apoyo para la creación de escuelas similares en países como Chile, al tiempo que ha atraído la atención de profesionales que trabajan e investigan sobre el tratamiento del autismo y otras discapacidades.

Oportunidades de integración

Es, según explica Jesús Borrego, una actividad de «ocio educativo» que además genera «oportunidades de integración», porque «normaliza la percepción social» de estas personas que, al hacer un actividad «inicialmente compleja», pueden ser valoradas «por la habilidad que demuestran y no por las carencias que a priori tienen».

«El surf tiene algo que engancha, sobre todo porque es un reto contigo mismo. Desde el principio estás disfrutando, pero siempre quieres más. Está rodeado de sensaciones, desde la velocidad a los sonidos del agua», apunta Ana Gonzalo.

Los padres de los alumnos, que llegan de distintas localidades de la provincia, son testigos de cómo el surf se ha convertido en una actividad que contribuye al desarrollo global de sus hijos.

 

 

 

 

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