Fuente:ABC.es

Mientras que se avanza en los estudios de las causas del TEA, la investigación para una detección certera y temprana se convierte en una necesidad

Poco a poco, la sociedad empieza a descubrir que el Trastorno del Espectro del Autismo no es una cosa ajena y a esto contribuyen tanto la mejora en el diagnóstico como las labores de concienciación y la investigación que va desentrañando los misterios de un trastorno que aun se escapa a nuestro entendimiento: Está ahí, pero no sabemos sus causas.

Mientras que se avanza en este tema (hay estudios intentando acorralar al TEA desde diversos flancos), la investigación para una detección certera y temprana se convierte en una necesidad. Cuanto antes se detectan los síntomas del autismo, antes se puede trabajar con el niñ@ y ayudarle a desarrollar al máximo sus capacidades.

Por eso, nos apetece compartir esta noticia, que abre las puertas a una detección, con una precisión del 80%, qué bebés con antecedentes familiares desarrollarán autismo a los dos años a través de una resonancia magnética.

El trabajo publicado en la revista “Nature“, lo ha llevado a cabo un equipo de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte, que ha utilizado imágenes de resonancia magnética para buscar diferencias en el desarrollo temprano del cerebro de bebés que tienen hermanos mayores con autismo, considerados de alto riesgo.

Los propios autores advierten que tendrá que repetirse el estudio en muestras mayores y replicarse los resultados antes de que pueda utilizarse de forma certera

Según los investigadores, el mayor crecimiento en el volumen cerebral de los bebés de alto riesgo que desarrollarán autismo, en comparación con el desarrollo típico del resto de los bebés durante el primer año de vida, predice con bastante exactitud la aparición del trastorno mucho antes de que aparezcan los primeros indicios.
Claro que los propios autores advierten que tendrá que repetirse el estudio en muestras mayores y replicarse los resultados antes de que pueda utilizarse de forma certera. El estudio se ha realizado con 106 niños que tenían un hermano mayor con un diagnóstico clínico del autismo (de alto riesgo) y 42 recién nacidos sin historia familiar inmediata de autismo (bajo riesgo).
Después del nacimiento de un niño con autismo en una familia, los siguientes hijos podrían someterse a una prueba no invasiva, como la resonacia, que podría ser clínicamente útil en la identificación de los bebés en mayor riesgo de desarrollar esta condición. La idea sería entonces intervenir antes de la aparición de los síntomas que definen el autismo.
Estas intervenciones podrían tener una mayor posibilidad de mejorar los resultados de los tratamientos que se inician después del diagnóstico.
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