Una historia de amor que continuará….

Autora: Mª José López Manjón

Todos los años espero con ganas poder ponerme a escribir y participar en este concurso, y todos los años pienso lo mismo: este año lo gano, pero siempre me llevo una decepción. Y ahora van y sacan el tema: TU HISTORIA DE AMOR. Y una vez más estoy aquí, pensando qué historia les puedo contar sobre el autismo, y que a la vez les emocione, sin ser ñoña, y que al mismo tiempo sirva para que gane, difícil lo tengo.

Mi historia de amor comenzó cuando un niño precioso nació un tal 18 de marzo de 1992, año histórico. Pensé que no había nada más bonito en el mundo, nada más grande y al mismo tiempo tan inquietante y desconocido. Es maravilloso descubrir que desde ese preciso momento empiezas a amarle y a sufrir por cada uno de sus desvelos.

Hablar de autismo y al mismo tiempo de amor es muy difícil. Es complicado poder expresarlo con palabras. El autismo es cruel, doloroso, un camino empinado que tienes que recorrer cada día. Un mundo que te atrae y del que también quieres escapar. Nunca podré aceptarlo, sí que convivir con él, contarlo, pero nunca podría llegar a amarlo, ni a querer que no desaparezca, y a no desear que alguien encuentre la cura o realice un milagro.

Mi historia de amor es simplemente él. Cuando me habla y dice algo coherente y real. Cuando me mira con sus ojos tan abiertos y despiertos. Cuando sonríe, y su sonrisa llena mi vida. Mi historia de amor es él cuando duerme, cuando despierta, cuando come su comida preferida. Es una tarde en el mcdonald’s y verle feliz.

Es una tarde paseando, es un logro conseguido. Es verle que ha aprendido a atarse los cordones. Es verle hacer algo que hasta ahora no era posible. Es sentir un beso suyo. Es oírle decir: te quiero, aunque no sepa bien lo que signifique, o verle reír, sin control, sin motivo, pero con esa risa contagiosa que hace que tú también rías sin sentido. Es su ingenuidad, su sinceridad sin dobleces.

Mi historia de amor es él, cuando le veo, cuando le echo tanto de menos. Cuando veo en sus ojos que ha vencido al miedo, y está relajado. Cuando nada le impide ser él mismo, y ser tan auténtico.

Es cuando recuerdo ese mismo instante en que lo dejaron en mis brazos y me juré a mí misma que él siempre estaría por encima de todo. Es haber tenido el privilegio de ser su madre, y verle crecer.

Son las noches en las que leía para él. En las que repetía una y otra vez el mismo cuento para dormir. Esas noches en las que miraba las estrellas junto a él, y pedía que no acabasen nunca.

Mi historia de amor es tocar su cabeza llena de ricitos, recordar mil y un momento divertidos, los días de lluvia en los que cantábamos con la guitarra. Los días en que nos tomábamos un helado y acababa comiéndose también el mío.

Los días mágicos de viento que no le gustaban, los días de tormenta que le inquietaban tanto. Y esos días que dibujábamos brujas y más brujas.

Una historia de amor no se puede reducir a una anécdota, a un momento sólo, porque es parte de todo un proceso. Es un conjunto de hechos, de palabras, de instantes vividos que quedan en la memoria.

Y en mi historia de amor se coló el autismo, y lo envolvió todo, lo transformó, cambió mi mundo, mi percepción de las cosas y mis prioridades. Hizo que llorase muchas noches, que la vida fuese menos soportable, y que cambiara los colores de mi mundo. Pero lo que no puede cambiar es el amor por mi hijo, y que todos los días lo vea con la misma pureza que el primer día que lo cogí en mis brazos.

Y es entonces, al recordar mi historia de amor, cuando deja de tener importancia si gano o no un concurso sobre el autismo. Lo verdaderamente importante es poder tener esa historia de amor, que nos acerca a lo esencial, a lo que de verdad es importante, es ver más allá de nuestro propio mundo, de nuestros egoísmos y poder transmitir lo que llevamos dentro. Porque ese amor que sentimos es lo que mueve todo, a nosotros mismos, al mundo, a nuestra pesada vida. Y espero que algún día sople tan fuerte que derribe ese muro llamado AUTISMO y que cuando caiga, todas las personas con autismo puedan contar su propia HISTORIA DE AMOR. Así lo sueño. Y así espero que continúe…

 

 

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