MANOS

 Autor:Santiago Durán Campos

 Un día te despiertas y te llevas las manos a la cabeza porque has tenido un sueño terrible. La mala mano había querido que vieses en tu sueño cómo sería la vida sin Diego. Tu sueño, más bien pesadilla, es tan real que aún parece que te cuesta respirar. Tienes el corazón encogido, con ese dolor que ya has experimentado en otros sueños duros.

Así que Diego no existe. No hay como dormir para hacer desaparece problemas. ¡Mano de santo! 

Te rebelas contra ese pensamiento. ¿Quién dice que Diego es un problema? ¿Lo dices tú? ¿Lo piensas tú? Entonces, si solo es un sueño, ¿por qué tanta angustia al despertarte? ¿Duermes? ¿Sueñas’ ¿Piensas? Silencio…

Si Diego no existiese ya no habría que echar una mano a sus padres porque ellos siempre echan mano de toda la familia: para llevarle y traerle a la Asociación de Autismo; a los campamentos, a los psicólogos… Para sacar lo mejor de él. Todas las ayudas son pocas para haber conseguido tanto con él. Un niño como Diego con toda la familia volcada está en buenas manos.

A veces es difícil tener mano dura para sacar lo mejor de él.

Con mucha mano izquierda lo que se va logrando era impensable cuando todos fuimos conscientes de la realidad.

Los libros en el colegio parecen caérsele de las manos. A lo mejor el sistema educativo debería plantearse que no puede haber una educación igual para todos. A lo mejor Diego y otros niños como Diego necesitan otra forma de enseñar de la que no tienen culpa los profesores, que están atados de pies y manos, sino el sistema que hace que tantos padres se sientan dejados de la mano de Dios.

Si Diego no existiese, se acabarían los problemas. Sí, sería mejor para todos. ¡Adiós problema!

Vuelves a despertarte sobresaltado. “Si Diego no existiese…” Te repites esta frase una y otra vez como si fuese una letanía.

Si Diego no existiese la vida sería mucho más triste. De hecho, saltas de la cama para no volver a ese duermevela en el que has pensado la vida sin Diego.

Si imaginar la vida sin alguien es siempre un trago doloroso; sin un niño como Diego, es aun más si cabe.

¿Qué sería de todos nosotros sin sus comidas insaciables, sus repeticiones, sus rutinas, sus manías, sus sonrisas, sus besos, sus abrazos? ¿Qué sería del verano sin la piscina con Diego? ¿Te puedes imaginar la playa sin él? Imposible.

A veces oyes decir cómo la gente se lamenta, se rebela, se envenena con niños así. Te asquea pensar cómo en esta sociedad se plantea la existencia de niños perfectos. Diego te lleva a la realidad. Das gracias a Dios porque ha puesto a Diego en tu vida. No quieres volver a soñar la vida sin él.

Soñarás despierto. Soñarás una vida con futuro para Diego y para todos los niños autistas como Diego. Un futuro que está en nuestras manos. En manos de todos.

 

 

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