EL PAPAZZINI SALTADOR

Autor: Becken dos Ramos

     Yo nunca he sido muy bueno con las palabras ni con los sentimientos, quizás yo también soy autista sin diagnóstico y eso explicaría tantas cosas, cuando era pequeño uno se conformaba con ser llamado “muchacho raro” simplemente pero no voy a hablar de mí, quiero hablar de mi sobrino Ian Marco que fue diagnosticado con el síndrome de asperger.

También es conocido en la casa como el “El papazzini”, sobrenombre que le puse yo a los 2 años de edad. Cuando nació llegue del trabajo a las siete de la noche y llore, no podía creer que fuera tan hermoso mi sobrino me recordaba los ángeles que pintó Miguel Ángel en la Sixtina, Su amor es incondicional y absoluto, la gracia existe en su cabello ondulado, rubio y su piel blanca, sus huesos se han estirado y su carácter ha cambiado con los años, pero jamás ha cambiado su nobleza, nunca fue un niño común o por lo menos hacia cosas que no hacían los otros contemporáneos con él.

Él jamás gateo, en realidad primero corrió, luego salto y después camino, pero no gateo hasta los 8 años que aprendió a gatear para jugar a las escondidas, su madre siempre entendió que no era como todos los demás pero lo trato como los demás, cuando al pasar los años se comprobó cosas diferentes en él, por ejemplo que de bebe nunca lloró, sus primera palabra fue “nene” refiriéndose a su abuelo y eso también fue muy extraño al igual que sabíamos que no era como todos los demás cuando a los cinco años cuando alguien se descuidaba tomaba la carteras de los hombres de la familia y salía corriendo muerto de risa, definitivamente no era un niño como todos los demás.

Con el tiempo su madre decidió llevarlo con el neurólogo porque ya tenía cuatro años y dormía muy mal, se despertaba cada cuatro horas, su insomnio era importante, era muy activo, alto y fuerte difícil de manejar. Ese día la mañana transcurrió en la fila del neurólogo que inmediatamente le hizo varias preguntas y el repetía siempre la última frase, lo llamo “ecolalia” me molesto mucho ese diagnóstico porque yo sabía que él era un niño perfectamente normal y con los años el tiempo me ha dado la razón pero aquella neurólogo lo remitió a un psicólogo para descartar cualquier trastorno de desarrollo, el neurólogo no encontró nada más fuera de lo normal en los electros.

Su psicólogo era una experta de la región pero el aun estaba muy pequeño para un diagnostico definitivo en ese momento porque aún tenía 4 años, como recuerdo el diagnostico “trastorno de desarrollo no especificado”, a uno le duele como la sangre cuando escuchas esas cosas y siente la incertidumbre a flor de piel.

Han pasado varios años desde entonces el tiempo me ha dado la razón, el papazzini es un niño sano y saltador que vive su vida en completa alegría, el diagnostico se sido afinado en varias oportunidades pero él también ha mejorado pero sin cambiar su esencia en realidad, sigue cambiando las pajillas después que tomo de su bebida, aun lo obsesionan los juguetes muy pequeños y diminutos, colecciona todos los que puede, es el catalizador de las discusiones en la casa y aprendió a llorar pero solo llora cuando ve a los adultos que ama discutiendo, nunca se le ha visto llorando por un golpe, debe ser que su espíritu es superior al nuestro y entienden que el verdadero dolor se encuentra en lo que le hace daño al espíritu y no a tu cuerpo, su preocupación por el ambiente es admirable y aprendió a negociar sus ataques de rabia, ya no golpea su cabeza contra la pared pero si aprieta mucho los puños hasta lastimarse como una autoflagelación.

Le costó mucho aprender a leer y más le costó aprender a abrazar a las personas, pero confieso que lo convirtió en un arte de la manipulación, es imposible sentir su abrazo sin que se te bajes las medias y abscedas a cualquiera de sus peticiones, aprendió a mirar a los ojos después que comenzó a usar gafas, pero si le quitas las gafas evade la mirada, a veces pienso que no quiere que descubran lo pura que es su alma porque siempre he escuchado que los ojos son el reflejo del alma.

A pesar de tener ya 11 años no se sabe el nombre de sus profesores ni de sus compañeros de clases pero a mí no me importa porque sabe que soy ”El tío Eduardo” los demás que se ganen su amor y su confianza si quieren el premio de que él se sepa su nombre.

Aun la familia continua haciendo exámenes y diagnósticos año tras año pero yo ya hice mi diagnostico final.

Claro yo soy su tío y para mí él es un ángel encarnado y eso es lo que lo hace diferente, y a pesar de que respeto la opinión de los tantos siquiatras y psicólogos que lo han tratado para mi esa es la razón de porque se comporta diferente a los demás, él es un ángel y un autista, AUTISTA reflexiono y me medito ese es un nombre terrenal que le dieron a los ángeles que como el encarnaron para enseñarnos como salvar al mundo.

 

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