Fuente: isep.es

Los Centros para la Prevención y el Control de la Enfermedades de los Estados Unidos calculan que a 1 de cada 88 niños que nazcan hoy se les diagnosticará el trastorno del espectro autista (TEA). Señales distintivas de la condición del neurodesarrollo incluyen déficit persistentes en la comunicación social y patrones repetitivos o restrictivos de interés que aparecen en la infancia temprana y perjudican el funcionamiento cotidiano.

Un estudio realizado en California, USA, ha determinado que una terapia de intervención temprana intensiva resulta eficaz para mejorar la percepción y las habilidades del lenguaje entre niños con autismo a partir de los 18 meses. Además, normaliza su actividad cerebral y mejora sus habilidades sociales.

Desde la Federación Autismo Madrid consideramos fundamental el desarrollo de una intervención temprana de cara a potenciar las capacidades de las personas con TEA desde los primeros momentos de su desarrollo. Esta intervención temprana permitirá a la persona que en el futuro sea lo más autónoma posible.

Existen numerosos métodos, estrategias y abordajes de intervención avalados por la comunidad científica. El Método Denver es uno de ellos.

Específicamente, dicho estudio aleatorio, controlado por casos y llevado a cabo en varios centros, descubrió que los niños que recibieron la intervención del Modelo Denver de Comienzo Temprano (Early Start Denver-Modelo-ESDM), exhibieron una mayor activación cerebral al ver caras en lugar de objetos, una respuesta que era típica de los niños sin autismo en el estudio, pero contraria en los niños con autismo que recibieron una intervención distinta (2012).

El Modelo Denver es un método de intervención desarrollado en el año 2000 por Sally Rogers y Geraldine Dawson. La terapia combina los métodos de enseñanza intensiva de análisis aplicado sobre el comportamiento con planteamientos del desarrollo “basados en la relación”.

Los investigadores de este estudio reclutaron a 48 niños y niñas diagnosticados con autismo entre los 18 y los 30 meses de edad, en Sacramento, California y Seattle, así como niños “control”. La proporción entre participantes hombres y mujeres era más de 3-a-1, ya que el autismo es cinco veces más común entre niños que entre niñas. Aproximadamente a la mitad de los niños con autismo se les asignó al azar para que recibieran la intervención del ESDM por más de dos años. Los participantes recibieron la terapia del ESDM durante 20 horas a la semana, y a sus padres también se les capacitó para que proporcionaran el tratamiento, una característica fundamental de la intervención. Los otros participantes con autismo recibieron una intervención basada en la comunidad, así como evaluaciones, envíos a servicios, manuales de recursos y otros materiales de lectura.

Al concluirse el estudio, se evaluó la actividad cerebral de los participantes usando electroencefalogramas (EEGs) que medían la activación cerebral mientras veían estímulos sociales (caras) y estímulos no sociales  (juguetes). Estudios anteriores habían determinado que los bebés y los niños pequeños sin autismo mostraban mayor actividad cerebral cuando veían estímulos sociales en lugar de objetos, mientras que los niños con autismo mostraban el patrón opuesto.

El doble de niños que recibieron la intervención del ESDM mostró una mayor activación cerebral al ver caras que al ver objetos, una demostración de actividad cerebral normalizada. Once de los quince niños que recibieron la intervención del ESDM, el 73%, mostraron más activación cerebral al ver caras. Doce de los diecisiete niños desarrollándose típicamente, o el 71%, mostraron activación cerebral normalizada. Los EEGs de cinco de los catorce niños que recibieron la intervención comunitaria, o el 36%, mostraron activación semejante.

Además, los niños que recibieron el ESDM tuvieron mayor actividad cerebral mientras veían caras y también tuvieron menos problemas pragmáticos sociales y una mejor comunicación social, como la capacidad de iniciar interacciones, hacer contacto con la vista e imitar a los demás, dijo Sally Rogers, la investigadora del Instituto de MIND. El uso de la intervención del ESDM ha demostrado que mejora la percepción, el lenguaje y las habilidades de la vida diaria.

“Éste es el primer estudio de casos controlados de una intervención temprana intensiva que demuestra tanto una mejora de las habilidades sociales como una actividad cerebral normalizada, que resulta de la terapia de intervención temprana intensiva”, dijo Dawson, autora principal del estudio y profesora de psiquiatría en la Universidad de North Carolina, Chapel Hill. La formación en TEA para profesionales y la investigación es esencial para avanzar.

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