Nuestra historia de hoy es la de Nacho, un joven de 11 años con TEA. Su madre, Elena, una luchadora incansable no deja de recordar que el autismo no es una enfermedad. Gracias a Alicia Pareja por visibilizar a estos protagonistas, al colectivo de personas con TEA y sus familias.

Fuente: cuv3.com

Por desmontar ciertos mitos sobre el autismo está luchando Elena Martínez Plaza, quien asegura que el Trastorno del Espectro Autista no es una enfermedad sino un trastorno del desarrollo.

Elena tiene tres hijos y uno de ellos se llama Nacho, al que define de la siguiente manera mirándole a los ojos: “Nacho es un niño, tiene 11 años, es moreno, tiene unos ojos enormes, es súper cariñoso, tiene un corazón súper noble… y aparte de todo eso, tiene autismo”. Al escuchar esto, Nacho no tarda ni dos segundos para interrumpir: “No soy autista, ¡soy un artista!

Nacho no tarda ni dos segundos para interrumpir: “No soy autista, ¡soy un artista!”

El momento del diagnóstico

Aquí es cuando la felicidad hace una pausa. Nacho estaba en un colegio ordinario cuando fueron a valorarlo de la Comunidad de Madrid desde el equipo de trastornos graves del desarrollo. Fue en este momento cuando Elena recibió la noticia de que Nacho tenía TEA.

“Al principio me quedé tocada, muy tocada, pero enseguida empecé a reaccionar porque soy muy positiva y lo que yo quería es que me diesen recursos, direcciones donde podía llevar a mi hijo para empezar a trabajar con él y saber qué era esto. Estaba perdida”, explica.

Patrones autistas

“No agarraba los juguetes, nunca te echaba los brazos, no le gustaba que le cogieran… Nacho no quería el contacto, ni que le tocara, ni que le buscara, entonces yo sabía que algo pasaba, algo no funcionaba”, afirma Elena, que no ha podido coger ni acunar a su hijo nunca, ni si quiera cuando era bebé.

“Nacho no quería el contacto, ni que le tocara, ni que le buscara, entonces yo sabía que algo pasaba”

A pesar de que Nacho es un niño muy comunicativo tiene unos intereses muy restringidos. Le encantan los horarios, los trenes, los camiones… le da miedo la espuma y no entiende las bromas.

“Hace como dos meses, este verano, salía yo con Nacho por aquí atrás y había un grupito, eran más pequeños que él. Nacho no habla bien, no corre como los demás niños, aunque físicamente, aparentemente cuando les ves, piensas ‘no pasa nada’ pero enseguida lo vas notando. Me había quedado yo a hablar con una vecina y de repente me giro y le veo acorralado y todos los niños gritando a voces: ‘niño raro, niño raro, niño raro’ y Nacho se reía porque no entiende. Estos niños son como mentes planas, no entienden el bien del mal”.

“Le encantan los horarios, los trenes, los camiones… le da miedo la espuma y no entiende las bromas”

Elena trabaja en El Corte Inglés por las mañanas y desde entonces las tardes son exclusivamente para estar con Nacho. “Yo tengo otras dos hijas y las quiero y las adoro pero son niños que te dan algo que no puedes explicar”, confiesa Elena girando la vista a Nacho y tocándole la mano despacio.

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