AleTea pajarillo, vuela
y cuéntame el Trastorno,
sobrevuela en torno a esa inabarcable realidad.

Mira ese silencio eterno, ¡vuela!
y enséñame también esa comprensión callada,

observa esas revistas mil veces rotas
y muéstrame también tus sonrisas auténticas,

contempla sin miedo esos arrebatos de cólera
de incomprensión
ante un mundo regido por otras claves
y no olvides también sus abrazos verdaderos de satisfacción.

AletEa pajarillo, atraviesa esa ventana
y cuéntame el Espectro,

enséñame esos planos de metro tantas veces vistos
y no ignores esa férrea voluntad de autodeterminación,

observa esa insana ansiedad de control
y no dejes de contarme sus geniales y espontáneas réplicas,

otea esos dolorosos vacíos sociales en la empresa
y no olvides esa inquebrantable constancia por el trabajo bien hecho.

AleteA pajarillo, atraviesa esa inexpugnable fortaleza
y cuéntame el Autismo,
pero hazlo por ti mismo, que no decidan por ti
y cuéntales:
que no estamos ausentes
que los unos y los otros somos extraños
diferentes visiones, todos ciudadanos
y que hay otros tipos de mentes.

Fortaleza tomada.
Aletea pajarillo,… y cuéntamelo.

 

Javi G.

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