Interesante artículo del Blog ‘Emergencias 112’, dirigido a los equipos de emergencias y seguridad, para que sepan cómo intervenir y actuar con las personas con autismo ante un caso de emergencia.

Juan Luis De Castellví, autor del mencionado blog y experto en emergencias, expone sus reflexiones ante este tipo de situaciones y nos deja algunos consejos a la hora de actuar.

Comienza su artículo destacando que la mayoría de los profesionales de este campo (policías, bomberos y sanitarios…) aún no saben cómo intervenir adecuadamente al encontrarse  ante  una persona con autismo en situaciones tales como salir a un domicilio, atender un accidente de tráfico, etc.  Preocupado por esta situación se puso en contacto con la  Asociación de Padres de Niños Autistas de Las Palmas, APNALP, para intentar aclarar algunos términos relacionados con este tipo de intervenciones.

Continúa definiendo el autismo y explica los rasgos clínicos más característicos de esta población hablando de las dificultades en la relación social, la comunicación y el repertorio restringido de intereses y de conductas, características que evidentemente influyen de manera directa en la intervención en emergencias.

Y posteriormente nos deja unos sencillos y útiles consejos que pueden ayudarnos a llevar con fluidez una intervención. Algunos de ellos son:

  • Huir de etiquetas que nos hagan comparar situaciones: Es posible que caigamos en la tentación de pensar que tratamos con alguien con una discapacidad psíquica (puede ocurrir, pero no tiene que ser siempre así), o un paciente con trastorno mental (pensando en lo que conocemos como “psiquiátrico“), y por tanto tender a tratarlos del mismo modo o a contemplar la posibilidad de la contención química o mecánica, cuando a menudo se podría evitar.
  • Mantener la calma: A menudo las personas con TEA son muy rutinarias y les disgusta que dicha rutina se rompa. ¿Se les ocurre algo más intrusivo que la llegada de un equipo médico de asistencia extrahospitalaria, los bomberos o la policía? Sobre todo cuando esa persona no nos habrá llamado, sino alguien de su entorno. Por tanto procuraremos hacer una aproximación sosegada, sin carreras y sin ruidos. Y sin levantar la voz, nada de gritos.
  • A una persona con TEA, las palabras le pesan. Pueden agobiarle mucho. De modo que debemos huir de explicaciones prolijas sobre lo que vamos a hacer. Debemos ser claros, directos y no dar rodeos, usando frases cortas y sencillas, siendo incluso conveniente en algunos casos utilizar  gestos para explicar lo que queremos.
  • Durante la aproximación podemos fijarnos en si lleva un sistema alternativo de comunicación, (una libreta, una tableta, una agenda con fotos o dibujos), normalmente lo portará dentro de una mochila o riñonera. Usar esas herramientas puede facilitar mucho las cosas porque es la manera que tiene esa persona para comunicarse con su entorno.
  • Como a cualquier paciente, debemos avisar de cualquier contacto físico, no tienen por qué ser especialmente reacios a ello, pero cogerlos por sorpresa puede generar alguna reacción adversa.
  • Dejarles tocar el material es una buena idea. Si vamos a auscultarles, no pasa nada por ponerles primero el fonendo a ellos para que escuchen nuestro corazón, o que cojan el esfigmomanómetro antes de ponérselo. Esto nos lleva a otro apartado, evitar los ruidos. Y eso incluye monitores y otros aparatos. Si podemos elegir, es mejor tomar la tensión a mano o poner un saturómetro portátil, que encender el monitor y que esté dando pitidos  de alarma y haciendo ruidos mientras insufla aire, cómo mínimo podemos desconectar las alarmas si es posible. Así mismo, deberíamos evitar la sirena siempre que no sea imprescindible su uso.
  • Avisar de los pinchazos (glucemias capilares, vías IV), es necesario. Aún así es posible que tiendan a retirar el brazo como cualquier persona, de modo que mucha precaución para evitar pincharnos nosotros accidentalmente.

Esto como parte de la asistencia, como parte de la coordinación de un servicio con un paciente que sea identificado como TEA, también puede haber singularidades. Si por ejemplo participamos en la búsqueda de alguien que se ha perdido en el monte, es muy probable que no responda a nuestras llamadas, de modo que es imperativo lograr el contacto visual y llegar hasta esa persona. Por lo que, por ejemplo, puede ser necesario movilizar medios aéreos o perros de rescate desde el primer momento, y no sólo un despliegue desde tierra como suele ser habitual.

Agradecemos  Juan Luis su iniciativa y os dejamos el enlace al Blog ‘Emergencias 112’, donde encontraréis el artículo completo.

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