Compartimos para este día un bonito cuento, una preciosa historia de amor que esperamos os guste. 🙂 Os dejamos una muestra del cuento…

Fuente: La vida es un cuento

Érase un vez, un Sol amarillo muy brillante que todos los días se colgaba del cielo y pasaba horas y horas mirando a una flor de la cual estaba enamorado. Esta flor se llamaba Nastia, era un girasol precioso, con una melena de pétalos que impresionaba a cualquiera. Nastia siempre estaba en el mismo lugar, acompañada por sus dos amigas, Margarita y Tuli.

Cada mañana, el Sol se asomaba tímido por el cielo y, en cuanto Nastia le miraba, se quedaba quieto, sin apartar la mirada de ella hasta que su abuela la Luna venía a guardarle el sitio en el cielo para que ninguna nube se lo quitara y él pudiera cenar y dormir tranquilo.

Todos los días eran iguales para él. Su abuela la Luna le insistía para que se atreviera a declarar su amor a Nastia pero él no sabía cómo hacerlo así que se conformaba con mirarla de lejos.

Un día, el Sol conoció a Cloud, una nube muy divertida que pasaba veloz por allí.

– ¿Qué haces aquí colgado y quieto? -le preguntó Cloud al Sol.
– Estoy mirando a Nastia -respondió rápida y espontáneamente el Sol.
– ¿Quién es Nastia? -contestó Cloud-. ¡Ah! ya veo… -agregó-, debe ser alguna de aquellas flores que te miran.
– Schhh, habla bajito no te vayan a oír -dijo el Sol.
– Nastia no lo sabe, Nastia no lo sabe… -repetía Cloud con tono burlón.
– ¡Claro que no! -respondió el Sol-, me conformo con mirarla…
– ¡Venga ya! -dijo Cloud- Yo puedo ayudarte a declararte… ¡Se me acaba de ocurrir una idea!
– ¿De verdad? ¿Qué idea? -preguntó el Sol intrigado.
– Sólo necesitas sorprenderle… ¿Qué te parece si pintamos entre los dos un arco de colores aquí en el cielo? Cuando lo vea se quedará asombrada, entonces podrás decirle que lo has hecho para ella y así declararle tu amor.

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